Muchas personas quedaron varadas en diversas ciudades del mundo cuando se cancelaron vuelos y cerraron fronteras por la pandemia de coronavirus. Juan Manuel Ballestero, argentino, estaba en Portugal cuando se suspendieron los vuelos y ya no pudo regresar a su país, donde están sus padres.
Este hombre estaba muy preocupado pues su padre tiene 90 años y su madre 82, y están dentro del principal grupo de riesgo de contagio, por lo que pensó que si se contagiaban tal vez no volvería a verlos jamás, y eso al estar en otro país a miles de kilómetros de distancia debe ser realmente desesperante.
Como sabemos, situaciones desesperadas generan soluciones increíbles, así que Juan Manuel pensó en que era momento de explotar al máximo sus habilidades como marinero. Consiguió un velero de 8 metros, lo llenó de provisiones y sin pensarlo zarpó de Porto Santo, Portugal, para llegar hasta Argentina en una travesía muy larga y por supuesto, peligrosa.
Juan Manuel trabaja como pescador en Alaska y el Atlántico Sur, además de dirigir veleros para expediciones de grupos de ambientalistas que buscan ballenas, así que tiene la experiencia suficiente como para emprender el viaje que hizo, mismo que no estuvo exento de peligros, pero justamente esa experiencia fue lo que lo sacó adelante.
Cerca de Victoria, Brasil, estuvo a punto de naufragar, ya que una ola golpeó tan fuerte el velero que estuvo a punto de romper el mástil, lo que hubiera sido desastroso para sus planes. Afortunadamente pudo llegar hasta Mar del Plata, donde lo recibió uno de sus hermanos, como todo un héroe, pues no es fácil lo que logró.
Juan Manuel además ha trabajado como salvavidas, es surfista, buzo y paracaidista, y a sus 47 años está en excelente condición física, y así resistió el viaje de 8 mil kilómetros en 85 días para llegar hasta su país y poder estar al pendiente de sus padres, y de paso estar en el cumpleaños de su padre.
Desafortunadamente, luego de la larga travesía todavía tiene que permanecer 15 días más en cuarentena en la embarcación para evitar cualquier riesgo y así poder reunirse con sus padres. Una gran historia de esfuerzo y de cómo el cariño que sentimos por los demás nos puede impulsar a lograr proezas como la de Juan Manuel Ballestero. Sus padres deben estar muy orgullosos.