Un conductor de Uber dejó mal a todos los demás empleados de la empresa que solo ofrecen botellitas de agua y gel antibacterial, pues este decidió regalarle un riñón a su pasajero mientras lo llevaba a la unidad renal del hospital Christiana en Salem, Nueva Jersey, Estados Unidos.
Tim Letts se encontraba, casualmente, por la casa de Bill Sumiel a pesar de que normalmente trabajaba muy lejos de esa zona. Sin saberlo, inició el viaje que cambiaría la vida de ambos. Bill entró en confianza con el conductor que se interesó en conocer las razones de su visita al centro de salud y, rápidamente, le confesó que necesitaba un trasplante de riñón.
Durante el viaje en automóvil le cuento mi dilema. Después de hablar todo el camino y poco a poco hacernos amigos, Tim me dice: ‘Creo que Dios debe haberte puesto en mi auto’.
El ofrecimiento del veterano de guerra de 33 años iba muy en serio, pues, de inmediato, le ofreció a Bill apuntar sus datos para mantenerse en contacto durante el procedimiento para saber si el riñón era compatible.
Los exámenes de compatibilidad resultaron favorecedores para los nuevos amigos, quienes, tiempo después, se sometieron al trasplante, que fue todo un éxito. Actualmente, Tim Letts vive en Alemania, pero mantiene contacto con Bill Sumiel a través de Facebook.
Regalar un riñón es regalar vida y me siento muy afortunado de tener ese regalo conmigo. Ya casi puedo vivir mi vida con normalidad y mi trabajo me acerca a esa realidad día con día.
—Bill Sumiel