Todos estamos de acuerdo en que Chuck Norris es una verdadera leyenda, pues es aquel tipo rudo que siempre está al pie del cañón, listo para luchar, tanto en la pantalla como en la vida real. El actor es un artista marcial, militar y el sujeto con el que no te quieres meter preferido de la industria del cine, pero también es un hombre complejo que tiene un lado amable e incluso tierno hacia quienes ama.
Norris, de 83 años, ha protagonizado muchísimas películas de acción, entre las que se encuentran Fuerza Delta, Las demoledoras, El furor del dragón y Los indestructibles 2. A pesar de su fama y éxito en Hollywood, el actor no dudó ni un segundo en abandonar la vida pública y el negocio de la actuación para acompañar a su esposa, la modelo Gena O’Kelly, de 59 años, durante un terrible episodio de su vida, lo que lo hace un héroe.
En 2013, Gena comenzó a sufrir tremendos dolores que no podía explicar, a tal punto que llegó a describirlos como si ácido corriera en su interior y la quemara por dentro. Durante cinco meses, Gena estuvo tan convaleciente que no podía cuidar de sí misma, pero contaba con un ángel de cabecera que sabía karate (bueno, tang soo do) y que estaba dispuesto a hacer lo imposible por acompañarla: su marido, pues a fin de cuentas, los “Karate Kommandos” pueden hacer lo que sea, menos escribir “Commando” correctamente.
En 2017, durante una entrevista con Full Measure, la pareja explicó que después de buscar una explicación a su condición, por fin supo que las dolencias de Gena se debían al efecto adverso que tuvo el agente de contraste que se le administró antes de tomar tres resonancias magnéticas en el plazo de una semana para evaluar su artritis reumatoide. Esto es algo que muy poca gente conoce pero es muy peligroso, pues los doctores piensan que este químico sale del cuerpo de manera rápida, aunque no siempre sucede así y la esposa de Norris es la prueba.
Ese mismo año, Norris se vio envuelto en otra batalla contra la condición humana, pues sufrió dos infartos luego de hacer una parada en el hotel casino Tonopah, en Las Vegas. Su familia narra que acababan de interrumpir un viaje de unas nueve horas en automóvil, el cual habían iniciado en Chester, California, y que tres horas y media después de su registro en el hotel, el actor colapsó mientras tomaba una ducha.
Otros huéspedes y personal del hotel observaron, pasmados, cómo el actor convaleciente era transportado a través del casino en una camilla hacia la ambulancia. La trama se complicó aún más cuando Norris dejó de respirar antes de llegar al hospital General de Hawthorne, en Nevada. Además, ya en el edificio, antes de pasar la marca de 47 minutos, este volvió a sufrir otro paro cardíaco. Lo más sorprendente no es cómo sobrevivió a esos dos ataques al corazón, sino la razón que dio para haberlo hecho: su esposa.
Hace dos años, en el camino de vuelta de un espectáculo de artes marciales en Las Vegas, mi corazón se detuvo dos veces seguidas. Sufrí dos infartos. Según los médicos, el 90 por ciento de los hombres con el mismo cuadro hubiesen sucumbido; creo que fue una señal del cielo: no era momento de morir, ¡Gena me necesitaba!
Y cómo no pelear por esa mujer hermosa y amorosa. La relación de la pareja se remonta a 1997, cuando se conocieron en Dallas, Texas, durante una cita para almorzar junto a otra persona. El impacto de ese primer contacto fue tal que después ambos se volvieron íntimos a lo largo de una constante relación de compañerismo, que desembocó en su matrimonio, que ocurrió el 28 de noviembre de 1998 y el cual ha perdurado hasta el día de hoy, con una relación fuerte, de mutuo e incondicional apoyo y dos hijos, los gemelos Danilee y Alan Norris.