Todos estamos en posición de extraviar nuestras pertenencias y vernos en la necesidad de pedir ayuda para encontrarlas. En algunos casos, es difícil que regresen a ti, especialmente si involucran dinero de por medio, pero no es imposible. Anteriormente te hemos mostrado historias en donde la humildad y la honestidad hacen la diferencia, aunque no siempre es recompensada.
Un carpintero demostró que sus valores son sólidos como la madera con la que trabaja. El pasadp 1 de abril, Joel Hernández Orta, de 42 años, se encontró un maletín a la orilla de la autopista a Reynosa, Tamaulipas, mientras se dirigía a laborar. Cuando la abrió, se percató de que adentro tenía una laptop y una gran cantidad de billetes. Con esas características, seguramente, el maletín tendría un reporte de robo o extravío.
Sin embargo, Joel tomó la mochila y la llevó a su casa. No tenía intenciones de quedarse con ella, todo lo contrario. Desde el principio, estaba decidido regresarla a su dueño, pero era fin de semana y el Centro de Orientación y Denuncia (Code) de Guadalupe, Nuevo León, México, estaba cerrado, por lo que tuvo que esperar al lunes para entregar lo que encontró a las autoridades.
En su casa pudo ver todo que traía la mochila, que en su interior llevaba 15 mil pesos mexicanos (822 dólares, aproximadamente) y casi tres mil dólares. A pesar de tener carencias económicas en casa, Joel reafirmó sus convicciones y al inicio de semana se dirigió al Code para entregar la mochila.
Pues venía en dirección al trabajo y me di cuenta de que estaba en el suelo, tirada, y me vine caminando por la pista y pasé a checar qué había en la maleta. Realmente, al ver que era una computadora; obviamente iba a estar en reporte de robo, inmediatamente hay que pasar a avisar.
—Joel Hernández Orta
La Fiscalía General de Justicia pudo dar con el dueño de los objetos perdidos. Sin embargo, este no mostró un agradecimiento con Joel, pues solo tomó sus pertenencias sin facilitar una recompensa por la buena acción. El hombre señaló que no esperó ni espera una recompensa, sino que hizo lo que le dictó su corazón.
Joel trabaja haciendo tarimas en el municipio de Guadalupe, Nuevo León, México, y tiene un sueldo de 200 pesos al día que le permite subsistir. Sin embargo, su padre, quien hace unos años era soldador, está enfermo e internado en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por un problema en los riñones. Ni con esta difícil situación, Joel dudó en hacer lo correcto y devolver algo que no era suyo y que, seguramente, era de utilidad para su dueño.