El pescador Michael Packard, de 56 años, vivió en carne propia la historia de Gepetto cuando una ballena se lo tragó, aunque para su buena suerte parece que al enorme animal no le gustó su sabor y después de tenerlo un rato en la boca, decidió escupirlo a la superficie. Esta definitivamente puede pasar por una anécdota de película.
Michael se encontraba pescando en la costa de Provincetown, Massachusetts, ya que se dedica a la pesca de langosta. Sin embargo, ese día se encontraba buceando, pues según relata este hombre, el clima era perfecto y la visibilidad en el agua era de hasta seis metros, pero todo eso tan bonito de pronto se oscureció, ya que una ballena literalmente “lo aspiró”.
Michael comentó a medios en Estados Unidos que de repente sintió un golpe y todo se oscureció, aunque podía moverse, por lo que no entendía qué era lo que estaba pasando. Lo primero que pensó fue que lo había mordido un tiburón, pero no había sangre y realmente no había sentido dolor, así que poco a poco se dio cuenta de que estaba en la boca de una ballena y que estaba intentando tragárselo.
Oh, dios mío, ¿acabo de ser mordido por un tiburón? Luego me fije a mi alrededor y me di cuenta que no había dientes y no había sentido gran dolor en realidad. Oh, dios mío, estoy en la boca de una ballena. Estoy en la boca de una ballena y está intentando tragarme.
-Michael Packard
Mientras estaba en la boca de la ballena pensó que si se lo tragaba iba a sentir todo hasta que finalmente se asfixiara y, por supuesto, también pensaba en que ya no vería a su familia. Sin embargo, luego de unos 30 segundos, el enorme animal salió a la superficie y lo escupió. Probablemente no reconoció ese sabor de humano combinado con los materiales del traje y el resto del equipo de buzo y decidió arrojarlo.
Entonces, de repente subió a la superficie (…) y comenzó a sacudir la cabeza. Me lanzó al aire y caí al agua. Estaba libre y me quedé flotando allí. No podía creerlo. Estoy aquí para contarlo.
Michael fue ayudado por su compañero de trabajo, quien lo llevó a la playa donde ya los esperaban rescatistas del cuerpo de bomberos y fue trasladado al hospital, donde se le atendió por heridas leves y una rodilla dislocada, así que podemos decir que le fue bastante bien. A pesar del susto y de las súplicas de su esposa, el pescador aseguró que no dejará su trabajo y volverá al agua.
De acuerdo a expertos, esto fue un accidente y no un ataque premeditado, ya que las ballenas acostumbran abrir la boca y jalar la mayor cantidad de peces que puedan, pues requieren de enormes cantidades de alimento. Michael simplemente se atravesó justo en ese momento y fue aspirado, pero al darse cuenta de que no era un pez, la ballena decidió escupirlo. Vaya historia.