Todos tenemos nuestras manías y, en ocasiones, pueden parecerles raras a los demás, aunque para nosotros resulten de lo más normales. Entre el tipo de obsesiones más comunes está la de procurar algún tipo de alimento o producto, al que se le dedica tiempo y dinero en cantidades que llegan a sorprender a aquellos que nos rodean porque simplemente es algo “fuera de lo común”.
En el caso de Andy Currie, la obsesión tomó forma de la popular bebida azucarada Pepsi, a la que fue adicto por un lapso de 20 años, durante los cuales le resultaba imposible no consumir generosamente y a diario la bebida de cola. El hombre llegó a beberse el equivalente a 30 latas diarias del mejunje (alrededor de nueve litros) y esto le afectó la salud por un largo tiempo.
Haciendo cuentas
El trabajador de supermercado Andy Currie, de 41 años, residente de Bangor, al norte de Gales, Reino Unido, admite haber sido cautivado por el sabor y la sensación de beber una Pepsi bien fría.
Siempre he amado su sabor. Nada puede superarlo y simplemente me quedé enganchado. Trabajo en Tesco, así que simplemente me compraba mi Pepsi y me la llevaba a casa. Durante el trabajo, como hago el turno de noche, siempre me gustó el acelerón de azúcar que me permitía seguir andando. Me tomaba cuatro o cinco botes de a dos litros al día.
Para poner los totales “en latas”, el hombre tomó el equivalente a 219 mil latas, que sumarían unas ocho toneladas de azúcar, que si lo ponemos en cubitos de azúcar, son unos dos millones de cubos estándar (de cuatro gramos). Su gasto en la bebida carbonatada ascendía a unos 8600 dólares anuales, con los que bien podría haberse procurado un modesto automóvil.
Un modo de vida Pepsi: no muy saludable
Recuerdo haber asistido a bodas y cumpleaños, y en esas celebraciones, mientras otras personas brindaban con copas rebosantes de champaña, yo le deseaba salud(a los novios o al cumpleañero con un lata helada de la bebida burbujeante.
Recordemos que el azúcar, que tan abundantemente contiene la Pepsi, no es saludable, pues se ha comprobado que es desencadenante de las más diversas enfermedades, entre las que están la obesidad, alteraciones hepáticas, hígado graso, problemas cardíacos, etc. De hecho, cuando el aficionado a la Pepsi alcanzó alrededor de 120 kilos de peso, los médicos le indicaron que debido a su presente condición, así como a sus costumbres, corría el riesgo de desarrollar diabetes.
Ayuda profesional
Currie fue capaz de reducir su peso unos trece kilogramos, empleando dieta y ejercicio (eso sí, sin dejar la Pepsi), pero ni siquiera eso fue suficiente y tuvo que buscar ayuda profesional, que vino de manos del hipnotista y terapeuta londinense David Kilmurry.
El doctor confiesa “haber estado horrorizado” ante el hecho de que Currie bebía casi 10 litros de Pepsi al día, calificando al hábito como “la peor adicción al azúcar de la que tuviera conocimiento, y por mucho”. Pero no todo estaba perdido y debido a la intervención de Kilmurry, su paciente pudo beber su primer vaso de agua en 20 años.
Dulce veneno
Desde que empecé a trabajar con él, estaba resignado a ser adicto, con sobrepeso, ansioso y con dificultades para hablar, dada su falta de aliento. Este tipo de adicción a los productos azucarados es muy peligrosa y pone en riesgo los órganos vitales. Andy era prediabético y tenía que cambiar rápidamente antes de que algún mal del corazón o cáncer pancreático se lo llevara.
– David Kilmurry
Luego de su primera sesión de hipnotismo, que duró unos 40 minutos, el trabajador de tiendas de conveniencia fue capaz de tomar agua por primera vez en 20 años. Además, en solo un mes perdió 6.3 kilos más y su salud mejoró enormemente. Ahora se le ve con mayor energía y mejor aspecto. Currie dice que tiene dos latas guardadas en el refri desde entonces:
Eran para antes de la sesión, pero ya nunca las tomé. Espero jamás beberlas. Ahora me gusta caminar. Sarah (su esposa) y yo planeamos escalar el monte Snowdon en verano.