Aunque el mundo moderno no es más peligroso de lo que era hace treinta o cuarenta años, por alguna razón se siente de esa manera, o más. El mundo que habitamos hoy en día se ha hecho mucho más reacio al riesgo por distintas razones, y esto ha afectado en la manera en que cuidamos a nuestros hijos, los estamos sobreprotegiendo sin darnos cuenta.
Poco a poco hemos ido eliminando cosas y lugares que nos parecen peligrosos, prohibimos parques infantiles, jugar futbol en el recreo, salir a andar en bicicleta con los amigos. En vez de eso, preferimos que nuestros hijos jueguen con un iPad, y eso es verdaderamente triste.
Al final, intentar controlar un conjunto de riesgos solo lleva a que el peligro sea más grande, pues estamos privando a nuestros hijos de desarrollar su autonomía, confianza y capacidades, así como su oportunidad de experimentar, fallar y recuperarse. Los niños, entonces, no aprenderán a juzgar el verdadero peligro.
Si bien, tomar precauciones no tiene nada de malo, como padres debemos enseñarles a hacer lo mismo, a ser críticos en distintas situaciones y distinguir el verdadero peligro. Nosotros debemos intervenir solo cuando sea necesario.
El día de hoy recordaremos cosas que nosotros solíamos hacer en nuestra infancia y que, tal vez, deberíamos dejar que nuestros hijos también experimenten. Después de todo, nos quejamos de lo delicadas que son estas nuevas generaciones, a lo mejor es momento de criar una manada como la nuestra, llena de alfas.
1. Déjalos jugar (por lo menos una vez) con fuegos artificiales
La pirotecnia es peligrosa, es verdad, pero es una manera de enseñar a nuestros hijos cómo manejar el fuego de manera responsable y tener un respeto por los objetos que explotan.
No sugerimos que los enseñes a prender grandes cohetes o algo similar, hemos escuchado un sinfín de historias trágicas de niños lastimados, más bien nos referimos a bengalas y pequeños explosivos que no ocasionen daño alguno a los involucrados, siempre señalándoles que no es correcto arrojarlos a otras personas. La supervisión es clave en esta actividad.
2. Enseñarlos a usar un martillo
Martillar un clavo es una habilidad básica de la vida que toda persona debe dominar, pero muchos padres no dejan que sus hijos intenten esta tarea por temor a que se rompan un dedo. Sí, los niños pequeños no coordinan con la misma rapidez que nosotros, pero la única forma en que lo lograrán es si obtienen experiencia práctica en el uso de herramientas. Comienza a dejar que tu hijo de 3 años practique martillando clavos con un martillo de bola, son más ligeros que los tradicionales y, por lo tanto, más fáciles de manejar. A medida que la destreza y la fuerza de tu niño mejoren, actualízalo a un martillo normal.
3. Que aprendan a cocinar
Obvio, hablamos de cosas básicas y no tan peligrosas. Una vez que tus hijos comienzan a querer ayudar a preparar la cena, procura empezar con tareas sencillas que no implique el uso de cuchillos o fuego. Tal vez ponerlos a revolver los ingredientes o medir las tazas y cucharas de una receta. Eventualmente deberán aprender cosas más complejas, siempre con tu guía y supervisión.
Créenos, esto les enseñará a ser autosuficientes y no batallarán cuando se vean en situaciones donde tengan que preparar cosas básicas para ellos mismos.
4. Déjalos trepar árboles
Pocas actividades son tan liberadoras como trepar árboles. Es emocionante dejar el suelo y poner a prueba nuestra destreza física, así como tu audacia, mientras decides que tan alto llegarás. Permite a tus hijos experimentar esa emoción pues es de las actividades clásicas de la infancia, todos lo hicimos, hubo raspones, sí, pero todos nos subimos a un árbol alguna vez.
5. Jugar luchitas
Tal vez creas que es una actividad primitiva, pero los juegos rudos desarrollan la capacidad de recuperación, la inteligencia, incluso la empatía entre los niños; les enseña a negociar la dinámica de la agresión, la cooperacion y el juego limpio. Evita que las peleas sean personales entre ellos, pero si se trata de un juego no te opongas.
6. Permíteles conducir
No por sí mismos o en calles públicas, eso sería ilegal. Hazlo en un estacionamiento, algún lugar libre de obstáculos. Si tu hijo es muy pequeño, colócalo en tu regazo y trabaja los pedales mientras él intenta maniobrar el volante. Desde esa posición, un niño puede experimentar la emoción de conducir.
7. Andar en bici por el vecindario
Los padres prohíben a sus hijos andar en bicicleta por el evidente peligro físico que representa, pero nosotros te alentamos a que salgan al parque o a la cuadra a andar unos minutos al día. Permite que experimenten la velocidad de vez en cuando y, cuando sean mayores, pídeles que hagan pequeños mandados que puedan realizar en la bicicleta.
8. Enseñarlos a usar la resortera
Hasta hace algunos años, el arquetípico niño llevaba consigo a todas partes una honda en el bolsillo, ya fuera hecha a mano o de las típicas de plástico que vendían en las tiendas. Hoy, la mayoría de los niños nunca han tocado una, lo cual es una pena, porque este juguete puede proporcionar horas de diversión y son una excelente manera de presentar la seguridad de las armas.
En YouTube existen tutoriales que enseñan a armar tu resortera propia, una genial actividad padre hijo que reforzará los lazos familiares.
9. Hacer una fogata
Hay una conexión primaria entre el hombre y el fuego, cultiva esa conexión con tus hijos mientras son jóvenes. Déjelos jugar con fósforos y encender velas cuando estén en edad preescolar (con tu supervisión, obviamente). Aprenderán que el fuego quema, pero de una llama pequeña no dolerá demasiado, solo dejará la información necesaria en su cerebro para alejarse de fuego en situaciones de peligro.
Cuando lleguen a los 8 0 9 años, enséñalos a encender fuego, muéstrales paso a paso cómo iniciar una fogata y cómo alimentarla de manera segura.
10. Andar en patineta
En nuestros tiempos todos queríamos ser tan buenos skaters como Tony Hawk o Tony Alva, y algunos lo lograron, otros apenas y aprendimos a mantener el balance sobre una tabla, pero justo esa habilidad física les será de ayuda para desarrollar destreza.
Habrá moretones, probablemente, pero como en todas las actividades pasadas, recomendamos la supervisión en todo momento, hasta que ellos puedan ir haciendo las cosas por sí mismos.