Actualmente se desarrollan muchas teorías referentes a la simulación artificial, estas argumentan que lo que el hombre experimenta como realidad se trata de una simulación creada a partir de una supercomputadora gigante creada por una inteligencia muy avanzada. Así es, tal como lo lees, es ciencia ficción time.
Hong Qin, un físico del Laboratorio de Física del Plasma del Departamento de Energía, ha creado un algoritmo de inteligencia artificial capaz de cuestionar absolutamente todo lo que conocemos como realidad y si se trata de una simulación o no.
Al principio, había ideado un algoritmo para predecir las órbitas de los planetas, luego lo aplicó en Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Ceres y Júpiter. Debido a su gran capacidad de programar este tipo de algoritmos, por el momento, se encuentra desarrollando una inteligencia artificial para pronosticar y, de cierta forma, controlar algunos otros comportamientos, pasando por alto básicamente todo lo referente a los fundamentos de la física y dando paso directamente de los datos a los datos sin ninguna ley física que pueda interponerse ni en medio ni por ninguna parte.
Por lo general, en la física, se hacen observaciones, crean una teoría basada en las observaciones y, a continuación, usan esa teoría para predecir nuevas observaciones. Lo que estoy haciendo es reemplazar este proceso con una especie de caja negra capaz de producir predicciones precisas sin usar una teoría o ley tradicional.
-Hong Qin
Joshua Burby, físico titular del Laboratorio Nacional de los Álamos y que obtuvo su doctorado en la Universidad de Princeton bajo la tutela de Qin, demostró que las predicciones exactas no ocurren por error.
Hong enseñó al programa el principio subyacente utilizado por la naturaleza para determinar la dinámica de cualquier sistema físico. La recompensa es que la red aprende las leyes del movimiento planetario después de precisar muy pocos ejemplos de entrenamiento. En otras palabras, su código realmente aprende las leyes de la física.
-Joshua Burby
Qin tomó inspiración en un experimento filosófico propuesto por el filósofo sueco Nick Bostrom, de la Universidad de Oxford, quien argumentó que precisamente el universo entero podría tratarse de una simulación artificial.
Esta fue la principal idea por la que Qin comenzó a trabajar de inmediato, llevando como estandarte la pregunta “¿Cuál es el algoritmo que se ejecuta en la computadora portátil del Universo?”, ya que si existe esta supercomputadora, es obvio que hay un algoritmo, por lo que si este a su vez existe, podría tratarse de uno muy simple y discreto definido en la red espaciotemporal, por lo que la diversidad y complejidad del universo es producto del gran tamaño de la memoria y potencia del CPU de esta supercomputadora, pero el algoritmo como tal podría ser de lo más simple.
Dicho de otro modo, este algoritmo formula preguntas sobre la misma naturaleza y da a entender que podríamos encontrarnos en este preciso momento dentro de una versión muy parecida a la que podemos ver en la película de Matrix.
Si hacemos algunas analogías, podríamos decir que de cierto modo vivimos dentro de una simulación, pero a través de la virtualidad de las redes sociales y toda la vida que llevamos a cabo ahí, quizá es una pregunta que podemos hacernos principalmente en este contexto: ¿qué tanto de lo que veo y vivo es real?