A los 22 años, Kevin Morton entubado en una cama del hospital St John, en Detroit. Luchaba por su vida luego de recibir un disparo cuando intentaron asaltarlo; sin embargo, los médicos le daban apenas un 10% de esperanzas de vida.
En ese entonces era universitario, y apenas había completado sus créditos porque dividía su tiempo en estudiar y trabajar hasta 55 horas a la semana como gerente en un restaurante de comida rápida a las afueras de la ciudad.
Un día, después de una larga jornada de trabajo, a eso de la 1 de la mañana, Kevin subió a su coche, cuando de pronto se le acercó un desconocido que le disparó a través de la ventana; la bala impactó su abdomen.
“Prendí la marcha y di en reversa. De pronto vi la sombra de un hombre que se iba acercando… vi un destello de luz y escuché una detonación”.
A pesar del disparo, Morton trató de conducir hasta la jefatura de policía; sin embargo, en algún momento perdió el conocimiento y se salió de la carretera. Afortunadamente, una persona vio esto y llamó a la ambulancia que lo llevó al hospital St John.
La bala le había causado severas lesiones en la arteria mesentérica superior (la encargada de suministrar sangre al páncreas e intestinos), es por ello que ningún cirujano vascular logró reparar el daño ni detener el sangrado. No obstante, una doctora de apellido Sheth no se dio por vencida y le salvó la vida.
Después de la operación, Kevin pasó 50 días internado en el hospital y fue sometido a seis cirugías. Tuvo algunas complicaciones y perdió la mitad de su páncreas y partes del intestino. No pudo comer durante un año entero y sobrevivió con alimentación intravenosa.
Simplemente la vida le dio una segunda oportunidad y entonces regresó a la universidad de Oakland para graduarse en medicina osteopática. Además, la doctora que le salvó la vida fue su invitada de honor a su boda y graduación. Finalmente, entró a trabajar en el hospital St John, el mismo hospital que lo salvó.
“Era raro caminar por esos pasillos de nuevo, pues me daban cierta sensación de inquietud. Sin embargo ahora trato de bloquear el pasado, como un proceso de curación; aunque extrañamente, cuando revivo esa experiencia, siento que puedo conectar más con mis pacientes.”
Ahora tiene 31 años, está casado y es padre de una niña. Comenzó su residencia como cirujano en el hospital St John luego de pasar dos años en el hospital de Detroit como estudiante de medicina.
“Estoy agradecido con la Dra. Sheth por salvar mi vida y no darse por vencida conmigo. Cuando la vida te da una segunda oportunidad es porque tienes un nuevo propósito. Yo quiero ser como ella. Quiero estar en la posición de hacer por otros lo que ella hizo por mí. Tal vez habrá otra persona que va a entrar con el potencial para sobrevivir y todo lo que necesita es a alguien que no sé por vencido con él”.