Es sábado por la noche, estás en tu casa sin ganas de salir, ordenaste pizza y de pronto tocan el timbre. Son tus amigos. Los recibes contento, pero aceptémoslo, esperabas que fuera la pizza.
Claro, todos queremos y necesitamos de un amigo, pero nunca se comparará con una pizza; es esto lo que ha demostrado un estudio del MIT; ellos le ofrecieron pizza gratis a un número de personas para ver si estaban dispuestos a dar información, como correos electrónicos y otros datos de sus amigos.
Y la verdad es que muchos cayeron.
Más del 74 por ciento de las personas prefirieron sacrificar la privacidad de sus amigos y entregar su información, a cambio de pizza. Yo hubiera hecho lo mismo.
El autor del estudio menciona que:
Mientras que las personas dicen que se preocupan por su privacidad, están dispuestas a renunciar a información personal muy fácil cuando las incentivamos a hacerlo. Los resultados señalan que los pequeños incentivos, como la pizza de queso pueden tener un gran peso en las decisiones sobre privacidad. Esto es importante porque, mientras más aspectos de nuestra vida se hacen digitales, tener el control de cómo y cuándo dar nuestra información se hará más importante con el tiempo.
Pero, estaremos exagerando, si tan solo se trata de un correo electrónico, no es como si estuviéramos vendiéndolos a unos mercenarios, ¿o sí?
Bueno, quizás sí diga mucho de nosotros el hecho de que podamos renunciar tan fácil a la privacidad y a nuestros amigos por una pizza, pero ¿alguien puede culparnos?
Quien esté libre de pecados, que tire la primera rebanada.
Cómo podremos no quererla, si está ahí cuando más la necesitamos. Si en tu trabajo te va mal, si tus amigos te dejan de hablar, si tu novia te ha dejado, si no tienes planes el viernes por la noche… Siempre puedes confiar en la pizza.
Creo que, lo que intento decir es que amamos a la pizza y si tuviéramos que lanzarlos bajo un tren, solo por una rebanada, aunque sea del día anterior, lo haríamos.
Así que, si de pronto les llega algún mail de un destinatario desconocido ofreciéndoles la última promoción de un producto innovador, es muy probable que alguno de sus amigos los hayan vendido, mínimo por una rebanada de pizza.