Estudios realizados por investigadores de la Universidad de Harvard han encontrado la relación entre escuchar música y sentir cómo se eriza la piel de las personas.
La música es en definitiva uno de los mejores placeres que podemos experimentar y se está investigando a qué se deben las maravillosas sensaciones que una excelente canción nos puede causar.
El estudiante graduado de la Universidad de California del Sur, Matthew Sachs, dirigió una serie de experimentos en la Universidad de Harvard para comprender por qué algunas personas tienen reacciones fisiológicas cuando escuchan música.
Realizó primero un test de personalidad en línea, de más de 200 personas que hicieron la prueba, Sachs escogió a 20 personas, 10 habían dicho que se les enchinaba la piel al escuchar música y las otras 10 nunca habían tenido esa sensación.
Los cuerpos y cerebros de estas 20 personas voluntarias fueron monitoreados mientras escuchaban una serie de canciones. Los investigadores concluyeron que solamente los que admitían ser amantes de la música tenían reacciones fisiológicas al escucharla.
Después, los voluntarios fueron evaluados con una técnica de imágenes de tensor de difusión que permite observar las conexiones entre las distintas partes del cerebro. Obviamente, los resultados mostraron diferencias entre los dos grupos de personas. Ya que ese escalofrío solamente se da cuando sentimos una baja temperatura, no parecía lógico que se sintiera al escuchar música.
Los cerebros de las personas con escalofríos musicales tienen un mayor número de fibras que corren desde la corteza auditiva hasta la corteza insular anterior que está relacionada con el procesamiento de emociones y con la corteza prefrontal medial encargada de regular las emociones.
Sachs concluyó que:
Creemos que la conectividad entre el córtex auditivo y otras regiones, permite que escuchar música provoque profundas respuestas emocionales en estas personas. Es difícil saber si esto es aprendido con el tiempo o si estas personas naturalmente tienen mayores fibras.
Otro investigador, Robert Zatorre del Instituto Neurológico Montreal en la Universidad McGill, también ha concluido con experimentos similares que las personas que tienen un gran gusto por la música tienen respuestas fisiológicas muy específicas, tales como esos placenteros escalofríos.
Sin duda Nietzsche tenía razón: sin música (y sus placenteros escalofríos) la vida sería un error.