Todos hemos saboreado la posibilidad de ser inmortales, ya sea por métodos mágicos o científicos. Pero si lo pensamos bien y recordamos películas, detrás de los experimentos que buscan la vida eterna siempre hay un científico loco. Por esto la genialidad suele asociarse a la demencia o a ciertos trastornos mentales. Tomemos por ejemplo el caso literario del Dr. Frankenstein, quien arrastrado por una soberbia enorme recreó la vida uniendo partes diversas de cadáveres, trayendo al mundo un monstruo. Esta historia de Mary Shelley nos muestra el lado siniestro de la genialidad, pero en el mundo real, de vez en cuando, nacen personas geniales que en lugar de traer oscuridad, parecen querer dejar algo de luz en el planeta Tierra.
Este es el caso de Laurent Simmons, que a sus 11 años terminó su carrera en Física y se prepara para estudiar una maestría. El niño prodigio acabó su licenciatura en tan sólo nueve meses y, además de la maestría, también piensa en cursar un doctorado.
Desde que sus abuelos descubrieron que era un niño diferente hasta ahora que consiguió licenciarse como físico, su carrera ha sido meteórica. A una edad en que muchos todavía dibujan robots en las paredes o en libretas, Laurent ya estudiaba y pensaba en el diseño de partes mecánicas que permitieran alargar la vida humana. En dos años acabó la primaria, la secundaria, en un año y medio, el bachillerato, en un año y la universidad, en solo nueve meses.
A diferencia de los científicos de película o de la literatura, el motor que mueve a Laurent hacia el desarrollo de órganos y partes del cuerpo artificiales no es la ambición ni el dominio del mundo, sino sus abuelos, con quienes le gustaría compartir mucho más tiempo.
Mi objetivo es realmente extender la vida, reemplazar partes de seres humanos por tecnología, por ejemplo, órganos artificiales y brazos de robots, piernas de robots, cosas así.
Para Laurent, el inicio del camino hacia la realización de su proyecto es la física cuántica, ya que desde su perspectiva:
Puedes verlo como un gran rompecabezas. La física cuántica, el estudio de las partículas más pequeñas, es la primera pieza.
Este pequeño Dr. Frankenstein que busca prolongar la vida ya había intentado graduarse de la universidad con tan sólo nueve años, pero en aquel entonces se encontraba en una de Eindhoven, Holanda, que no le permitió presentar sus exámenes de grado, porque consideraba que Laurent aún no desarrollaba totalmente sus capacidades creativas y críticas. Ahora en la Universidad de Amberes, Bélgica, tres años después logra su cometido. Sin embargo, sigue siendo un niño que disfruta pasear con su perro y ver series de Netflix.
Tal vez en un futuro no muy lejano recibamos la noticia de que el pequeño Laurent, con ayuda de su coeficiente intelectual de 140 puntos, logró fabricar órganos que prolonguen nuestra vida. Mientras eso pasa, estaremos atentos a su desarrollo. Ya veremos de qué manera nos sorprende con sus estudios de posgrado, que ahora se encaminan hacia la medicina. Tal como Víctor Frankenstein hace en la novela de Shelley, Laurent busca combinar mecánica y medicina en busca de la clave de la vida.