Por primera vez en la historia, científicos han encontrado la manera de conectar el cerebro humano a una computadora a través de un implante denominado como BrainGate, el cual es un sensor que supervisa la actividad cerebral del paciente que ha perdido control de sus extremidades u otras funciones corporales.
La Interfaz Cerebro-Computadora (ICC) utilizada por el equipo de científicos de la Universidad de Brown, en Rhode Island, consiste en un sensor implantado en el cerebro del paciente que convierte la intención de este en comandos para la computadora que son trasmitidos en forma de señales con “resolución de una sola neurona y con total fidelidad de banda ancha” sin necesidad de usar una conexión alámbrica.
Este genial avance tecnológico se llevó a cabo tan solo unos meses después de la presentación del prototipo funcional Neuralink del famoso magnate Elon Musk, pero este último en vez ser implantado a un ser humano, se hizo a un cerdo llamado Gertrude.
La principal función de estas interfaces es que permiten a las personas con discapacidad escribir en pantallas de computadoras o utilizar prótesis robóticas con ayuda de un chip implantado en la corteza motora del paciente, el cual registra las señales emitidas por las neuronas.
Los datos recibidos por el chip son reinterpretados y codificados para que cuando entren a la computadora, sean traducidos en instrucciones y así sea posible mover, por ejemplo, un brazo robótico a través de los pensamientos.
Las ICC que comúnmente se utilizan en ensayos clínicos necesitan cables para que la matriz de sensores cerebrales esté conectada a la computadora, y es precisamente por esto que son demasiado estorbosos y limitan por completo el uso que el paciente le pueda dar a la interfaz. Además, requieren ser supervisados por un experto.
Las señales se registran y trasmiten con una fidelidad similar, lo que significa que podemos usar los mismos algoritmos de decodificación que usamos con equipos cableados… La única diferencia es que las personas ya no necesitan estar atadas físicamente a nuestro equipo, lo que abre nuevas posibilidades en términos de cómo se puede utilizar el sistema.
– John Simeral, profesor asistente de la Universidad de Brown
Todos estos cables se vieron reducidos a un pequeño trasmisor de 40 gramos que se coloca en la parte superior de la cabeza y se conecta a una matriz de electrodos dentro de la corteza motora del cerebro a través del mismo puerto que usan los sistemas de cableado.
El dispositivo fue probado en hombres de 35 y 63 años con lesiones en médula espinal y a diferencia de otras investigaciones llevadas a cabo con la misma tecnología que eran practicadas en un laboratorio, en esta ocasión los pacientes usaron el sistema en sus casas desde el principio.
Con este sistema, podemos observar la actividad cerebral en casa durante largos periodos de tiempo de una manera que antes era casi imposible. Esto nos ayudará a diseñar algoritmos de decodificación que proporcionen la restauración fluida, intuitiva y confiable de la comunicación y la movilidad para las personas con parálisis.
– Leigh Hochberg, profesor de ingeniería de la Universidad de Brown
Este dispositivo representa un gran avance hacia el objetivo principal de las Interfaces Cerebro-Computadora, ya que se trata de un sistema que se implanta en la corteza cerebral que ayuda a restaurar la comunicación, movilidad e independencia de las personas con afecciones neurológicas, lesiones o que no tengan extremidades.
Los resultados de estos dos primeros participantes fueron impresionantes, pues a través de este dispositivo, lograron alcanzar el mismo nivel de precisión y velocidad de escritura. Se ha afirmado que el sistema puede ser utilizado por hasta 24 horas, incluso mientras se está durmiendo, así los investigadores podrán probar y recaudar datos para investigaciones referentes al tema.