En la Segunda Guerra Mundial ocurrieron muchos sucesos inesperados, como el momento en el que los aliados aprovecharon que Adolf Hitler traicionó su extraña alianza con Iósif Stalin al realizar la Operación Barba Roja para llevar a la URSS a su lado. Sin embargo, para que esto pasara, el gobierno polaco en exilio exigió que se liberaran ciudadanos y militares capturados durante el reparto de Polonia entre alemanes y soviéticos.
De esta manera, unos 40 000 soldados y 26 000 civiles deambularon por las estepas de Asia central. Un año después, los militares no quisieron combatir al lado de quienes invadieron su país, por lo que se unieron al ejército británico en Palestina.
Estos fueron recibidos en Irán por el ejército inglés, luego organizaron dos divisiones que serían enviadas a Líbano y Palestina, donde había presencia de la resistencia polaca. Pero para llegar ahí debían atravesar los montes Zagros, la cordillera que separa Irán de Irak. En ese trayecto tuvo lugar un peculiar encuentro, pues se toparon con un niño de origen kurdo que cargaba un oso cachorro dentro de un saco.
El animal estaba en muy malas condiciones de salud, lo que despertó la compasión de los soldados, pues ellos conocían de penurias mejor que nadie, y decidieron adoptarlo. Al niño le ofrecieron comida, golosinas y una navaja suiza con bolígrafo integrado a cambio del pequeño animal. Él aceptó y entregó al oso a su nueva familia. Conforme avanzaban, su salud mejoró. Además, le hicieron un biberón improvisado con una botella de vodka y lo alimentaban con parte de sus raciones de comida, así como con frutas y miel.
Cuando llegaron a su destino, el oso ya había desarrollado un gran vínculo con sus compañeros de viaje. Además, causó sensación en el campamento al que arribaron, pues no todos los días era posible ver un oso adolescente acompañando a las tropas. Wojciech Nerebski, el oficial al mando de las fuerzas polacas, no quiso retirarlo del campamento porque observó la moral tan elevada de sus hombres. De hecho, el simpático animal era tocayo del oficial, ya que su nombre era Wojtek, que es diminutivo de Wojciech y tiene un significado bastante particular: Guerrero Sonriente.
Era como un perrito. Le daban leche en una botella como si fuera un bebé, así que sentía a esos soldados como sus padres, confiaba en ellos y era muy amistoso.
– Nerebski
Sin embargo, la presencia del animal en el campamento no era del agrado de todos, ya que al ser una zona calurosa, el oso buscaba cualquier forma de refrescarse, llevándolo a destrozar provisiones de cerveza y colarse en las duchas. Además, algunos soldados lo adiestraron para “novatear” a los nuevos al agarrarlos y voltearlos de cabeza para hacerles creer que se los comería.
Wojtek obtuvo muchos beneficios dentro del ejército, como cuando al intentar refrescarse, entró a las duchas e hizo salir despavorido a un espía que se encontraba por el lugar, lo que le debió su propia ración de cerveza y un tiempo de ducha limitado, ya que esto último era un privilegio, pues el agua escaseaba. El oso hasta se integró al regimiento aprendiendo a marchar sobre dos patas. Sus compañeros soldados jugaban lucha libre con él, lo alimentaban, le daban alcohol, incluso intentaron enseñarle a fumar, pero se tragaba los cigarrillos.
La prueba de fuego para Wojtek llegó en 1944, cuando las tropas polacas fueron reclamadas en Italia, país que estaba dividido entre los aliados, quienes ocuparon Cerdeña, Sicilia y la República de Saló. Mientras que la otra parte, conformada por Roma y Pescara, estaba ocupada por fuerzas fascistas apoyadas por el régimen nazi. Lo que impedía el avance de los aliados era una cadena de fortificaciones de nombre Línea Gustav y la única manera de ingresar a Roma era atravesar el valle de Montecassino. Por supuesto que hacerlo sería una misión decisiva y riesgosa, esa fue la razón por la que se destinó un gran fuerza militar.
El problema se presentó a la hora de abordar el barco que los llevaría a ese lugar, pues el ejercito británico no permitía mascotas, pero era más que obvio que los polacos no querían separarse de su fiel compañero, así que lo enlistaron como parte de la 22ª Compañía de Suministros de Artillería y al contar con documentación, rango, uniforme, tienda y hasta salario, se le permitió abordar. De hecho, se dice que el supervisor le deseó buena suerte y le dio una palmadita en el lomo.
Se tiene registro de que la batalla de Montecassino es una de las más cruentas que se libraron en Italia. Hay que destacar que en ella, la artillería tuvo un papel muy importante, pues durante el conflicto, Wojtek hizo gala de su gran fuerza, resistencia y de todo lo que aprendió en su adiestramiento. Además, ayudó a transportar cajas de municiones y levantaba la moral de sus compañeros para finalmente obtener la victoria con la toma de Montecassino. Como reconocimiento a su valor en combate, Wojtek fue ascendido al rango de cabo y la 22ª Compañía hizo un nuevo emblema distintivo: Un oso transportando un proyectil.
El amado oso continuó con sus labores en el ejército transportando suministros hasta la toma de Bolonia en abril de 1945, acontecimiento que desarticuló por completo la resistencia fascista que se encontraba en Italia. Al término del conflicto, muchos soldados no quisieron regresar a la URSS y se trasladaron a otros países del bando aliado como Estados Unidos e Inglaterra.
Algunos soldados de esa peculiar compañía, incluyendo a Wojtek, se fueron a Escocia, donde el gran oso fue recibido como un héroe en un grandioso desfile que recorrió las calles de Glasgow en el que desfilarían todos los excombatientes.
La compañía se disolvió en 1947, lo que implicó un problema, pues Wojtek se quedaría sin hogar. De hecho, sus compañeros lo defendieron, ya que las autoridades comunistas polacas querían llevárselo a su país. Debido a esto, el zoológico de Edimburgo tomó la decisión de hacerse cargo de él. Wojtek, que ya contaba con cinco años de edad, pero con muchas aventuras y batallas, se hizo merecedor a una digna jubilación y un grado honorífico de teniente.
Sus hermanos de armas lo visitaban frecuentemente, le llevaban cigarros, cerveza y a veces se metían para jugar a las luchas con él. El oso entendía muy bien la lengua polaca y saludaba con gran emoción a quien escuchaba que la hablaba. No pasó mucho tiempo hasta que se convirtió en un ícono del lugar. En más de una ocasión apareció en programas de TV, pero a pesar de todo esto, muchos de sus compañeros lo veían cada vez más decaído, pues había pasado toda su juventud en el ejército y su nueva vida era demasiado aburrida, por lo que sus excompañeros se organizaran para proponer que fuera liberado en los bosques de Escocia, pero las leyes de aquel entonces no lo permitieron.
Finalmente, Wojtek, el veterano más famoso del ejército polaco, murió cuando tenía unos 21 o 22 años en 1963. Su deceso tuvo tal impacto que se le rindieron tributos y honores. Además, se le dedicó una placa en una ceremonia a la que asistieron sus excompañeros.
Wojtek, el Oso soldado, fue adoptado por el ejército polaco en 1942 en Irán. Creció con ellos, jugando, luchando, bebiendo cerveza y comiendo cigarros. En la batalla de Monte Cassino, en Italia, en 1944, ayudó a llevar proyectiles para los cañones. Al final de la Segunda Guerra Mundial se quedó con el ejército polaco en Winfield Berwickshire y en 1947 se trasladó al zoológico de Edimburgo, donde murió en 1963.
En 2015, polacos y escoceses empezaron a recolectar fondos para hacerle una estatua que sería colocada en los jardines de West Princess Street, en Edimburgo. Este monumento está hecho de granito sólido traído de las montañas polacas y fue inaugurado nada más y nada menos que por Wojciech Nerebski, el oficial que lo aceptó entre sus filas mientras estaban en Palestina, dando lugar al nacimiento de una leyenda: Wojtek no pudo regresar a Polonia, pero permanecerá en tierra polaca.