Hay más en Navidad que el traje rojo del Santa Claus de cada año. ¿Qué tal Krampus, un personaje pagano de varios siglos de antigüedad, salido de la mitología? Krampus es casi lo opuesto a Santa Claus (de hecho era su ayudante), y este año tal vez sería la figura perfecta para muchos “nenes” ya crecidos, que se pasan de autocomplacientes.
La criatura que vive en el folclore de países alpinos, de apariencia demoniaca, castiga a los que se portan mal en la temporada navideña. A diferencia de San Nicolás, que premia a los que se portan bien, Krampus los captura y se los lleva con él.
El demonio era pareja de Santa y era parte del festejo de San Nicolás. Este personaje asustaba a los niños con cadenas y aullaba, amenazándolos con torturarlos y comérselos. El Santa original llegaba cada Krampusnacht, o noche de Krampus, que era el 5 de diciembre, explica Al Ridenour, autor del libro “The Krampus and the Old, Dark Christmas Roots and Rebirth of the Folkloric Devil”.
El nombre de esta bestia proviene del alemán “krampen”, que significa garras, y tiene características de demonios de la mitología griega, como los faunos y los sátiros. Debido a su apariencia demoniaca, las celebraciones del Krampus fueron prohibidas por la iglesia católica en el siglo XII. Incluso los fascistas en la II Guerra Mundial, encontraban que el Krampus era una creación política de los social-demócratas, señala Ridenour.
En la actualidad, la celebración ha renacido en los Estados Unidos y Europa. Los hombres se visten como demonios y corren por las calles, en una carrera ritual que tiene más de mil 500 años de antigüedad, para perseguir a los espíritus del invierno.
El personaje ha inspirado películas, cómics, y tarjetas de Navidad, recalca el autor. En Estados Unidos, la celebración se ha vuelto más bien parte de una estética punk, o parte de la contracultura. En los años 1970, había una aproximación nihilista contra la generación de los padres.
Cuando las imágenes de Krampus empezaron a circular por Internet a mediados de la década del 2000, revivió. Muchos lo volvieron a utilizar como parte de su inconformidad contra el ideal de los valores reinantes. Ridenour explica de dónde viene su fascinación por el personaje navideño:
“Mis abuelos eran alemanes, y fui a Alemania a estudiar. Cuando terminé en la universidad, viví un año en Berlín, lejos del país del Krampus, pero había postales muy bellas del Krampus para Navidad. Me atrajo y compré una, sin saber qué era. Con el tiempo empecé a investigar seriamente. Eventualmente, me obsesioné”, relata.
Ridenour remarca que en un principio, la celebración del Krampus era más parecida al Halloween. No solo era Krampus, sino otros personajes los que visitaban los hogares por las noches. Como el Halloween, esa celebración era considerada una ocasión en la que se corría el velo entre dos mundos, y se asociaba con una compleja mitología de espíritus, hechicería y otras cosas similares.
“Una buena parte de mi libro se refiere a esta ‘vieja y oscura Navidad'”, señala.
Advierte que “Cuento de Navidad”, de Charles Dickens, es muestra de cómo las historias de fantasmas formaban parte de la época. Dickens mismo escribió un gran número de historias de fantasmas de Navidad, y los británicos reviven esa tradición cada temporada con el clásico de Dickens, señala Ridenour.
“En la Alemania y Austria contemporánea, el Krampus aparece en los días previos a la Navidad, pero desde el 6 de enero, hay muchas personas con otros disfraces de una criatura similar llamada ‘Percht’, y otros que están referidos a historias viejas relacionadas con las Doce Noches, las historias de Krampus”, dice.
Los castigos del Krampus eran brutales, no sólo castigaba a los niños, se los comía, los destrozada, los lanzaba a lagos congelados, o los arrastraba al Infierno. “Pero siempre me gusta subrayar que no era un Santa malo, sino un sirviente de éste, un impulsor de las buenas conductas. Podía ser el que castigaba, pero no era una fuerza maligna”.