Los adolescentes chinos tienen un gran reto cuando terminan su grado secundario, pues deben enfrentarse a un examen estandarizado que definirá si asisten o no a la universidad. Durante años, incluso desde preescolar, los esfuerzos académicos y los modelos de estudios se enfocan hacia ese examen. No es especialmente complicado, pero con millones de jóvenes compitiendo por un lugar en las escuelas chinas, el reto es cada vez mayor.
Gaokao es el nombre que tiene este examen y para muchos estudiantes es la razón por la que pasan más de 12 horas diarias con los ojos en los libros. El pase de esta prueba significa poder transitar a mejores oportunidades sociales y económicas, por lo que si no se aprueba, el estigma social se hace presente y las oportunidades que una vez estuvieron al alcance de un buen resultado, desaparecen. El gaokao significa todo.
En 2022, más de 11.93 millones de estudiantes de todo el país se disputarán un lugar en las universidades a partir del gaokao. Las fechas en las que se realiza son motivo de una verdadera pausa en el país. Todo está en silencio, no hay construcciones cerca de las escuelas y todo se dispone para que los estudiantes puedan trabajar tranquilamente en su prueba, donde un error podría costarles su futuro.
En cuanto a hacer trampa, los alumnos pueden olvidarse de ello, pues el sistema los tiene tan vigilados que es casi imposible hacerlo. De hecho, es un delito tipificado en el Código Penal de China, el cual es punible hasta con siete años de cárcel. Hay cámaras en las aulas, así como sistemas de vigilancia por drones y posicionamiento global.
China ya tiene más de dos años de experiencia lidiando con la pandemia de covid-19 y este no será una excepción. El gobierno y los ciudadanos ya tienen práctica en ello y están atentos a que las disposiciones sanitarias se cumplan para que los alumnos no pierdan la oportunidad de concretar la prueba. Por ello, como requisito, los estudiantes deben comprobar que no estén infectados.
El gel antibacterial y el uso de cubrebocas no es suficiente para poder presentar el examen. El gobierno ha pedido a los postulantes mantenerse en su lugar de residencia o la ciudad o pueblo donde presentarán el examen por lo menos 14 días, haciendo un periodo de cuarentena. De la misma manera, deberán presentar una prueba en donde se descarte una infección por el virus.
¿Realmente funciona el gaokao?
Expertos como Yong Zhao, profesor de la Escuela de Educación de la Universidad de Kansas, han nombrado al gaokao como “el mejor (y peor)” sistema educativo en el mundo. La principal crítica está en que si bien “no es difícil en términos de contenido”, genera una gran presión y competencia entre los compañeros. De ahí que lo nombren “el examen más difícil del mundo”.
De la misma manera, el educador Alex Beard, autor del libro Otras formas de aprender, explica que el gaokao es una buena forma de medir el nivel de conocimiento de los estudiantes, pero que lo hacen de manera muy limitada.
En realidad no están aprendiendo conocimiento para pensar de manera crítica o creativa, están aprendiendo conocimiento para responder preguntas del examen. En China, todo el sistema educativo está diseñado para preparar a los estudiantes para que respondan preguntas del examen, en vez de prepararlos para que sean individuos íntegros que tengan un conjunto amplio de conocimiento, habilidades y aptitudes.
—Alex Beard
El negocio de aprender
Los chicos y chicas de 15 o 16 años pasarán en promedio 13 horas al día estudiando para afianzar sus conocimientos no solo en la escuela, sino en instituciones privadas que brindan cursos más avanzados, con lo que la educación y el estudio se vuelve una importante fuente de ingresos para el mercado chino. Beard estima que la industria de la enseñanza privada mueve dentro del país alrededor de 100 000 millones de dólares al año.
Xuequin Jiang, educador e investigador de la Iniciativa Global de Innovación Educativa de la Universidad de Harvard, apunta a la confianza de los chinos en el gaokao. Para ellos no solo se trata de una herramienta de evaluación, sino que lo ven como algo “justo y transparente”. Jiang expone que el examen se utiliza como herramienta de control por parte del estado.
El investigador explica que mientras las personas crean que el examen es justo, la gente estará dispuesta a obedecer al sistema, es decir, mientras exista un mecanismo por el que la población mantenga una percepción de orden y este decida el futuro de millones de personas, las personas se esforzarán para no ser los “fracasados” y quien lo consiga se tomará el mérito por ello, pues “es lo único que les permite mirar hacia arriba”.