Estudios recientes afirman que el ser humano podría vivir un máximo de 150 años y que además podría romper ese límite en un futuro. Los científicos a cargo de estos análisis sostienen que la longevidad depende de la resiliencia del cuerpo, o sea, nuestra capacidad de restablecernos en menor tiempo después de una enfermedad, de una desvelada o de una rutina exhaustiva de trabajo o ejercicio.
Peter O. Fedichev y su equipo de investigadores ponen el acento en la edad biológica observada a través de análisis de sangre. El estudio publicado en la revista Nature communications el 25 de mayo en su portal web se titula Análisis longitudinal de los marcadores de la sangre revela pérdida progresiva de la resiliencia y predice límite de la esperanza de la vida humana. En él, los investigadores rusos proponen un nuevo cálculo de la edad que ponga énfasis en el tiempo en que las células y órganos del cuerpo son capaces de responder para restablecer un equilibrio después de una perturbación o trauma.
Los médicos rusos proponen un estimado de mortalidad basado en el CBC (Conteo completo de sangre), al que llaman DOSI (Indicador Dinámico del Estado del Organismo). En la presentación de su artículo dicen que:
Observamos que el ensanchamiento de la distribución de DOSI de la población dependiente de la edad podría explicarse por una pérdida progresiva de resiliencia fisiológica medida por el tiempo de autocorrelación de DOSI. La extrapolación de esta tendencia sugirió que el tiempo de recuperación de DOSI y la varianza divergirían simultáneamente en un punto crítico de 120 a 150 años de edad, lo que corresponde a una pérdida completa de resiliencia. La observación fue confirmada de inmediato por el análisis independiente de las propiedades de correlación de las fluctuaciones de los niveles de actividad física intradía recopiladas por los dispositivos portátiles.
El análisis estadístico aplicado a las muestras de sangre, con ayuda de programas, arroja datos acerca de la salud de nuestro cuerpo de acuerdo a la presencia mayoritaria de glóbulos rojos o blancos. Además, descubre que nuestra longevidad depende del cuidado de nuestra salud y que la esperanza de vida puede aumentar considerablemente si los cuidados paliativos se refinan y nuestros hábitos de alimentación se mejoran.
El superpoder que debemos despertar para aumentar nuestra esperanza y calidad de vida es la resiliencia. Tal vez un ejemplo claro de lo que tratan de explicarnos los científicos rusos lo encontremos en el personaje de los cómics: Wolverine, quien, precisa y cronológicamente hablando, es viejísimo, pero debido a su poder de regeneración basado en su ultra resiliencia, mantiene su fuerza y juventud.
Los médicos concluyen en su artículo que la criticidad experimentada en el final de la vida solo es una propiedad biológica independiente de algunos factores como el estrés. Así que si reducimos los niveles de estrés y perturbaciones de la salud, podríamos ampliar nuestra esperanza de vida, cosa nada descabellada si tomamos en cuenta que a comienzos del siglo XX, la esperanza de vida ascendía a poco más de 30 años.