El mundo de los insectos es fascinante, pero la especie más querida por la gente y los ecosistemas de todo el mundo es la abeja, cuya función en la naturaleza es demasiado importante, ya que utiliza el polen y néctar de las flores para producir miel y al mismo tiempo transfiere semillas para la fecundación de las plantas. En pocas palabras, la supervivencia de la flora depende directamente de las abejas.
Últimamente se ha dicho que estos maravillosos insectos están en peligro de extinción, ya que por cuestiones como el calentamiento global, la contaminación, deforestación e industrialización están llevando al mundo por un camino directo a la destrucción inminente.
Los cambios y sucesos históricos han traído muchas consecuencias, pero hoy no estamos aquí para hablar de una desgracia que tenga que ver con las abejas, sino todo lo contrario, pues después de casi un siglo de creer extinta a la Parohylaeus lactiferus, una especie de abeja australiana, hoy afortunadamente ha salido a la luz un artículo en el Journal of Hymenophtera Research, en el que se da a conocer que esta especie se encuentran luchando estoicamente por sobrevivir.
Algunos animales ya se encuentran formalmente declarados como extintos, pero algunos de ellos aún podrían estar rondando por ahí afuera, escondiéndose del humano y sus depredadores naturales o tal vez pasando su vida en total libertad, sin ser vistos por nadie. Por esta razón los investigadores se mantienen al tanto de ello, motivos suficientes para no sorprendernos si se encuentran con especies que se creían desaparecidas.
El último registro de esta especie de antófilo data de 1923 en Queensland, Australia. En ese momento no se sabía casi nada acerca de estas abejas, pero algunos investigadores se dieron a la tarea de ubicar algunas poblaciones de estas para realizar los análisis correspondientes con el fin de conocerlas de una mejor forma, llevándolos a hacer la revisión exhaustiva de 225 lugares de muestreo general y 20 específicos en Nueva Gales del Sur y Queensland.
De esta manera, se comprendió la vida de esta abeja australiana que ya se creía extinta. Luego de esto, los investigadores recurrieron a los datos albergados en el Atlas of Living Australia, en el que se alojan unas 500 especies de abejas en Nueva Gales del Sur y 657 en Queensland. Esto se hizo con el principal objetivo de evaluar los niveles de diversidad en la región, tomando en cuenta los factores que pueden llegar a deteriorar su hábitat natural, tales como los cambios climáticos, fragmentación de las selvas y los incendios forestales.
El descubrimiento de un aparente aislamiento y la especialización de los trabajos que llevan a cabo estas abejas son dos factores muy importantes que pueden explicar por qué esta especie de abeja australiana es tan extraña, tanto que llegó a ser considerada como extinta durante mucho tiempo.
Los investigadores pudieron identificar tres poblaciones diferentes de Parohylaeus lactiferus durante la exploración y muestreo de las abejas que visitan recurrentemente sus especies preferidas de plantas en la costa de Australia, lo que sugiere un aislamiento de la población.
También hay una explicación en la que se dice que esta especie de abeja es totalmente vulnerable debido a que se enfoca en ciertos especímenes florales muy específicos. Además, sus hospedadores más habituales son casi tan exclusivos como las abejas y solamente pudieron ser encontradas cerca de regiones con selva tropical y subtropical.
Esta es una gran noticia, pero hay que tener cierta mesura, ya que todavía se encuentra dentro del catálogo de especies extintas. Además, hay que tomar muy en cuenta que los fenómenos naturales y accidentes provocados por el hombre en Australia han llevado a la destrucción de hábitats naturales a través de incendios y el uso indiscriminado de la tierra durante los últimos años.