Las guerras desatan muchísimas crisis: desastres materiales, económicos y pérdida de vidas humanas, caídas durante un enfrentamiento armado o como víctimas colaterales de algún bombardeo. Pero, ¿alguien se ha puesto a pensar cuáles fueron los daños en la población animal?
A la mitad del gigantesco Hyde Park, cerca de Brooke Gate se encuentra el Animals in War Memorial, un tributo británico para aquellos que no tuvieron nada que decir o hacer ante la inminente guerra: las más de 750 mil mascotas que fueron sacrificadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Antes de que iniciara lo peor, el gobierno británico mostró una gran preocupación por las mascotas inglesas ante una posible crisis de alimentos, así que, el Comité Nacional de Precauciones de Navegación Aérea (NARPAC) lanzó un comunicado para difundir las medidas de protección de los peludos amigos.
Entre las recomendaciones se encontraban: depositar a los animales en el campo, pues ahí podrían encontrar comida y sobrevivir en libertad, o dejarlos al cuidado de los vecinos; pero si ninguna de estas eran opciones viables, la solución final era el exterminio.
Si no puedes colocarlos al cuidado de algún vecino, en verdad, lo más amable para hacer es destruirlos.
Este anuncio se difundió en todos los periódicos de circulación nacional y fue tomado al pie de la letra por la mayoría de la población que puso a dormir a sus mascotas, lo que generó grandes filas en las veterinarias.
Para contrarrestar la propaganda de NARPAC, hubo grupos de activistas y asociaciones de veterinarios que intentaron abogar por los animales domésticos; otras personas optaron por reclutar en el ejército a sus mascotas, más de 6 mil perros fueron “prestados” al ejército por sus familias aunque muy pocos regresaron a casa.
No fueron los perros y gatos las únicas víctimas de la Segunda Guerra, todos los animales del zoológico de Londres fueron sacrificados.
Por las razones que fueran, el sacrificio de animales fueron parte de las medidas adoptadas para enfrentar el desabasto de alimentos, la propagación de enfermedades por condiciones insalubres o la muerte de los mismos en forma trágica.
Y también surgieron espacios para la protección de las mascotas, como el santuario animal que creó la duquesa de Hamilton, una amante de los gatos.
En el 2004 fue develado en el lado este de Hyde Park el memorial para los animales de la guerra, una escultura en semicírculo, con elefantes, jirafas, caballos y perros tallados sobre un lado de mármol. Cruzando el memorial hay burros, caballos y un perro solitario.
Del otro lado del mármol se lee:
“Animales en guerra. Este monumento está dedicado a todos los animales que sirvieron y murieron al lado de las fuerzas inglesas y aliadas, en guerras y campañas durante este periodo. No tuvieron opción”.