Como cuando eres niño, te cuelas a la oficina del director y le robas los exámenes o te cambias las calificaciones en el sistema; aunque en este caso, en vez de la primaria, es una cárcel y en vez de cambiar los resultados de los exámenes, la computadora se usa para estafas y para el boicot cibernético.
En el Departamento de Rehabilitación y Corrección de Ohio (ODRC), cinco reclusos construyeron dos PCs con viejas partes recicladas, las escondieron en el techo de un closet, entre dos tablas de madera comprimida y luego conectaron los equipos al Sistema del ODRC, con la finalidad de hacer cybershenanigans, término que se refiere a boicots cibernéticos y uso de medios electrónicos para hackear e interferir en las comunicaciones de una institución.
Y habrían logrado seguir conectados, de no ser porque el inspector general se enteró de que existían entradas sospechosas al sistema de la correccional hechas desde el interior de la institución. Esta información la obtuvo el equipo informático, mientras migraban los servidores proxy, de Microsoft a Websense y encontraron unas anomalías en el uso de la red.
Tras esto, se informó al inspector que existían operaciones en la red que excedían el uso diario de Internet (como cuando tu vecino descubre que te cuelgas a su wi-fi) y reportaron siete alertas de hackeo y 59 de “anulación de proxy”, lo que arrojaba que había equipos sospechosos colgados al network de la correccional.
Según declaraciones del inspector general:
“Me informaron que había una PC en nuestra red que estaba siendo usada para tratar de hackear el sistema, desde los servidores proxys. Se fue delimitando la zona de búsqueda de este equipo, que al final se encontraba en el P3, conectada al puerto 16. Seguí el cable desde la fuente de energía hasta un closet que se encontraba en un pequeño taller. Cuando removí el techo del armario, encontré dos equipos de computo escondidos entre dos capas de madera comprimida”.
Las computadoras habían sido hechas, gracias a un programa prestado en dicha institución, que enseña a los presos a reciclar y reparar equipos de cómputo, con la finalidad de que aprendan un oficio y logren una rehabilitación exitosa.
Pocos se esperaron que con estas clases estaban educando al enemigo, pues con partes de computadoras y los conocimientos aprendidos en el curso, los presos hicieron algo más que conectarse a Facebook: se metieron al sistema para hackear la seguridad y darle acceso a algunos reclusos a diferentes áreas dentro de la institución, de igual forma, la utilizaban para recopilar información personal, que fue de utilidad para aplicar a cinco tarjetas de crédito.
Aunado a esto, el equipo de informática encontró que se utilizó para crear certificados, cuentas de chat en Pidgin, sitios Tor, teléfonos virtuales, pornografía, videos y otros softwares, además de tener acceso al sistema de ORDC, el cual no dudaron en boicotear y así tener acceso a bit wallets, cuentas bancarias o de stripe y tarjetas de crédito.
Los responsables de este crimen, que se define como fraude y delitos cibernéticos, fueron identificados y separados del resto. Mientras tanto, en un reporte sobre lo ocurrido, el ODRC menciona que tomarán cartas en el asunto para asegurarse de que un acto así no vuelva a repetirse, sin cortar su programa de rehabilitación para los reos:
Es de importancia crítica que proveamos la seguridad necesaria del uso de la tecnología por los internos, mientras les seguimos dando la oportunidad de participar en un programa de rehabilitación significativo.
Menciona el reporte levantado sobre este caso.
De momento, los presos ya están siendo castigados por su actividad delictiva y la institución tomará las medidas para que no se repita otro crimen cibernético al estilo Anonymous, sin afectar los programas de reinserción social que existen en dicho centro de Ohio.