Actualmente, ningún preso condenado a muerte en el estado de Texas es beneficiado con una última cena antes de su ejecución porque Lawrence Brewer ordenó grandes cantidades de comida, pero al final se negó a ingerir un solo bocado, ya que no tenía nada de apetito.
La sola idea de hacer una última comida es una de las cosas más macabras e intrigantes de todo el Sistema Judicial de Estados Unidos. Además, está documentado que los condenados han solicitado banquetes que en realidad no desean ni pueden ingerir en ese momento, por lo que las autoridades se ven en la necesidad de buscar a alguien que sí lo haga o simplemente desechar lo que se pidió.
Brewer era un asesino supremacista blanco que fue llevado a la cárcel junto con otros dos sujetos por arrastrar hasta morir a James Byrd Jr. atado a la parte trasera de una camioneta por más de tres millas a lo largo de una carretera.
Este sujeto y John King fueron los primeros hombres caucásicos en hacerse acreedores a la pena de muerte por asesinar a un hombre de color en el estado de Texas. Esto también llevó a las autoridades del lugar a implementar nuevas leyes que castigaran severamente todos los crímenes de odio. Además de Brewer y King, fue detenido Shawn Berry, pero él recibió cadena perpetua.
Según un informe de la época publicado en el Houston Chronicle, lo que Brewer pidió consistía en un plato de quingombó frito con salsa de tomate, dos filetes de pollo con salsa y cebolla, una tortilla de queso con carne molida, jalapeños y pimientos morrones.
Sin embargo, eso solo era la entrada, pues también pidió una hamburguesa con queso, tocino y triple carne de res, tres fajitas, una libra de barbacoa, media barra de pan blanco, helado casero de vainilla, dulce de mantequilla de maní y cerveza de raíz.
Pero la sorpresa de todas las autoridades llegó cuando al conseguir todo el banquete y servírselo, Brewer se negó rotundamente a ingerir un solo bocado, lo que llevó al senador de Texas, John Whitmire, a poner fin a la tradición que se tenía desde hace 87 años de ofrecer una última comida a los condenados y solo servirles lo que ingieren los otros reclusos ese mismo día.
Brewer se mostró como una horrible persona hasta el final de sus días. Se sabe que un día antes de ser ejecutado, incluso aunque la familia de James Byrd solicitó que se le perdonara la vida, él no mostró arrepentimiento alguno, afirmando que volvería a cometer el asesinato.