En Pakistán se encuentra Jacobabad, la ciudad que presagia el futuro desastroso del planeta Tierra si no se hace algo contra el cambio climático. En este distrito, la temperatura alcanza hasta los 52 grados centígrados y junto a los largos cortes de luz eléctrica, cobra vidas humanas cada año.
Aunque los habitantes se muestran orgullosos de que su ciudad ostente el récord a la temperatura más alta, en realidad, los científicos no les auguran un buen futuro, ya que la temperatura en los próximos años seguirá aumentando. Se estima que para finales del siglo XXI la temperatura subirá 3 grados, lo que hará que lugares con condiciones similares a Jacobabad se vuelvan casi inhabitables.
Según Aryn Baker, periodista del Times, la única manera de detener las crecientes olas de calor en distintas regiones del mundo es reducir las emisiones de carbono. La adaptabilidad del ser humano es sorprendente, pero contra las temperaturas extremas es muy diferente. El cuerpo no podría luchar contra las altas temperaturas y sus primeras víctimas serían niños y ancianos. Sin embargo, el pueblo de Jacobabad cree que puede refrescarse con el thadal, una bebida a base de leche y condimentada con pimienta, sandía, pétalos de rosas y semillas de amapola, entre otras cosas. Por otro lado, los médicos locales advierten que quizá este sólo sea el opio para un pueblo que no quiere ver la gravedad de la situación, pues la mejor manera de sobrellevar el calor es mantenerse hidratado y lejos de la exposición directa al sol.
Los horarios de trabajo en Jacobabad son nocturnos, la agricultura se ejerce principalmente al caer el sol y en otras áreas de trabajo tienen que suspender su jornada a ciertas horas de la tarde para guarecerse y no sufrir las inclemencias del clima. Por si fuera poco, el calor extremo no sólo afecta al cuerpo, sino que genera problemáticas sociales profundas como la migración y el desempleo. Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de los Estado Unidos, el incremento del calor y la humedad ha reducido el número de personas que trabajan al aire libre en un 10 por ciento a nivel global. Además, estiman que para el 2050 el trabajo al aire libre se reducirá al 20 por ciento, lo que resulta desastroso si pensamos que estos empleos puedan desaparecer o puedan verse interrumpidos, afectando así la economía de millones de familias.
La escasez de agua y la desecación de los mantos acuíferos también provocarán migración de los pueblos hacia zonas habitables, lo que podría tensar la cuerda de las diferencias nacionales, étnicas y religiosas aun más, ocasionando conflictos entre los pueblos, sobre todo en una región como el Medio Oriente. A su vez, el desplazamiento de grandes grupos humanos podría ser catastrófico, pues al igual que una plaga, el ser humano iría devorando los recursos naturales de sus nuevos lugares de residencia tan sólo para luego buscar otro sitio de resguardo.
El calor extremo también afecta la salud mental, pues genera estrés, bochorno y nos pone en un constante estado de mal humor. Efecto que a primera vista no parece de importancia, pero que al volverse regular o constante, puede cambiar sustancialmente la dinámica de nuestras relaciones sociales, volviéndolas agresivas, teniendo que vivir, tal vez, siempre al borde de la violencia o en la incomunicación.
La situación es crítica, pues desde el 2011 Jacobabad enfrenta un problema de acceso a agua limpia. Después de una gran inundación que hizo colapsar los sistemas del servicio de agua, el líquido quedó contaminado. En el 2017, el gobierno de los Estados Unidos y el gobierno de Sindh unieron fuerzas para la construcción de una nueva planta tratadora de agua. El gobierno americano aportó 66 millones de dólares e ingenieros y el gobierno pakistaní 10 millones y mano de obra.
En pocas palabras, Jacobabad ha cruzado el umbral de la temperatura soportable para el ser humano, así como el umbral de la vida sustentable, de acuerdo con la medición conocida como bulbo de humedad. Al sobrepasar este límite de calor y humedad, el cuerpo humano no puede sudar lo suficiente para mantenerse fresco, es decir, no puede regular su temperatura. Los científicos insisten que si no se reduce notablemente la emisión de carbono, en un futuro no muy lejano muchas partes del mundo estarán, si no es que ya están, afrontando la dura vida de Jacobabad.