Ningún elemento de estilo combina la moda y la función como el reloj. Ningún otro accesorio varonil inspira tanta devoción e interés; sin embargo, en tiempos recientes algunos han predicho que el reloj ha llegado a su fin ante la aparición de los smartphones. ¿Es verdad ?
Pero la popularidad de los relojes persiste. Para entender esto, necesitamos entender la historia de esta máquina de precisión. Apenas en el siglo XIX el reloj se convirtió en una pieza de joyería para hombres. Los hombres preferían los relojes de bolsillo. No era una decisión arbitraria, había una razón práctica para ello.
Historia
Antes del siglo XX, los relojes eran muy delicados. La humedad, el frío, el calor, el polvo, podían fácilmente dañar los intrincados mecanismos y resortes, haciendo que perdieran su exactitud. Como era más seguro que los hombre estuvieran a la intemperie, tuvieran posiciones militares, de negocios o de gobierno, eso hacía necesario que se tuviera que tener más cuidado con el reloj. Así que el reloj se mantenía guardado por necesidad.
Al igual que con muchas otras cosas, la guerra mejoró la tecnología y las necesidades fueron otras. Por la guerra, se necesitaba que los relojes se empezaran a utilizar en las muñecas para tener las manos libres. En la batalla, el hombre necesitaba sus manos así que los soldados empezaron a improvisar con relojes de bolsillo, poniéndoles correas de cuero para usarlos en la muñeca.
Los primeros de estos relojes aparecieron entre los soldados ingleses que peleaban en las guerras imperialistas de los Bóeres a finales del siglo XIX. Las correas de cuero tenían una copa para sostener el reloj de bolsillo. En la década de 1890, algunas compañías empezaron a fabricar los brazaletes para los soldados e incluso los mejoraron, agregándoles una brújula en la correa. Se llamaban relojes de “servicio” o de “campaña”.
Cuando los soldados siguieron usando sus relojes luego de la guerra, los civiles empezaron a seguir la moda, aún y cuando los relojes de brazalete sólo eran usados por las mujeres. Muchas compañías en el siglo XIX empezaron a crear relojes específicamente para ese propósito.
Girar-Perraux fue la primer compañía en producir en masa los relojes específicamente para hombre, particularmente marineros en la armada imperial alemana. Waterbury Clock Company, ahora Timex empezó por las mismas fechas a vender relojes de pulsera para hombre. En 1907 Louis Cartier diseño un reloj para un aviador amigo suyo, un brasileño Alberto Santos-Dumont, al que llamó el Santos.
Pero las ventas no eran buenas. Los hombres seguían prefiriendo los relojes de bolsillo. Antes de la Primera Guerra Mundial, las instrucciones se daban en el campo y según lo que los comandantes veían además de que se comunicaban con señales de semáforo.
Pero debido a que las batallas eran más grandes y los soldados peleaban en trincheras, ese modo de coordinación no era viable. Así que los relojes empezaron a ser la herramienta para coordinarse: los oficiales sincronizaban sus relojes para llevar a cabo sus estrategias.
Muchos soldados británicos seguían usando el improvisado reloj de bolsillo. Pero se hizo necesario cambiarlos y las compañías inglesas capitalizaron esa necesidad haciendo relojes de pulsera especiales para los oficiales en las trincheras. Lo llamaron “reloj trinchera”.
Ese reloj no era una pieza de equipo aceptada por el gobierno, era el reloj de bolsillo. Si un oficial quería uno se lo compraba con su dinero. A causa de ello las compañías fabricantes empezaron a desarrollar más relojes por la competencia.
Esta competencia resultó en una gran innovación en los relojes de hombre. Numerales fluorescentes, cristales irrompibles entre otras cosas, fueron algunas mejoras. Se empezaron a construir relojes que llevaban la correa directamente montada en el reloj. Las partes de porcelana que eran comunes en los relojes de bolsillo se reemplazaron por partes de metal. Finalmente las carcazas de los relojes se hicieron más reducidas para que el agua y el polvo no entraran a los mecanismos.
Al igual que los veteranos de las guerras de los Bóeres, los veteranos de la Primera Guerra regresaron con sus relojes de pulsera imponiendo la moda entre los civiles. Para 1930, más relojes de pulsera que de bolsillo se habían vendido en Reino Unido.
La adopción de los relojes de pulsera tardó un poco más en los EE .UU., pero a mediados de los años 20 las ventas empezaron a ganar terreno. Aunque luego de la Primera Guerra los relojeros empezaron a fabricar obras de arte para todo tipo de ocasiones, fueron los soldados quienes impulsaron los cambios más significativos en los relojes.
Porqué usar un reloj
Pocos hombres en la actualidad necesitan su reloj para coordinar su ataque a las líneas enemigas. Ahora un hombre puede checar el tiempo presionando un botón de su teléfono, lo que nos lleva a la pregunta: ¿para qué quiere un hombre un reloj?
Es una pregunta justa, las ventas de relojes de pulsera empezaron a declinar desde el año 2000 en parte por el uso de los smartphones. Pero luego de alcanzar su punto más bajo en 2009, las ventas empezaron a subir y al parecer mantendrán esa tendencia. Algunas de las razones son:
Los relojes con funcionales y convenientes. Cuando aparecieron los smartphones mucha gente dejó de usar relojes. Pero luego de un año, al parecer la gente dejó de encontrar cómodo estar sacando el teléfono de la bolsa para ver la hora.
Con un reloj de pulsera sólo tienes que voltear a ver tu brazo y tus dos manos están completamente libres. Además no te tienes que preocupar porque se te acaba la pila. Los de cuarzo tiene pila por meses, los automáticos se recargan con el movimiento y los mecánicos sólo necesitan un poco de cuerda.
Además, los relojes de pulsera se ven muy bien. Son una de las piezas de joyería masculina que puede usarse a diario fácilmente. Cuando se combina bien, un reloj mejora mucho cualquier vestuario.
Los relojes son señal de estatus y personalidad. Uno de los elementos clave del desarrollo humano es la adaptación a las señales sociales. En lugar de sólo atenerse a la altura o el físico para determinar el estatus, los humanos usamos algunas otras cosas como la ropa o los accesorios.
Nada le dice a la gente: “me va muy bien” como un Rolex, por ejemplo. De cualquier forma, un reloj siempre dice qué tipo de personalidad y de intereses tienes. Deportista, aficionado al buceo, al automovilismo, al campo, ejecutivo, etc.
Aunque apenas tienen un siglo de existencia, los relojes parecen haber llegado para quedarse. Un reloj clásico bien diseñado es como un traje hecho a medida, se verá bien siempre. Por eso los Rolex de 60 años son aún más valiosos que de nuevos.
Además son regalos que pasan de generación en generación y cada vez que los usas te recuerdan a esa persona que hizo tu vida posible.