De 1918 a 2014 se han realizado más de 200 películas de Tarzán, entre las que se incluyen dibujos animados. Durante ese tiempo muchos hombres que han protagonizado al hombre salvaje en la pantalla han lucido fuertes y con un cuerpo bien trabajado en el gimnasio.
Sin embargo, de acuerdo a críticos de cine ninguno ha sido más fiel a la versión de la novela de Tarzan of the Apes, escrita en 1912 por Edgar Rice Burroughs, como Alexander Skarsgård.
“Su figura recta y perfecta, musculoso como el mejor de los antiguos gladiadores romanos y con las curvas suaves y sinuosas de un dios griego, contado a simple vista con la maravillosa combinación de una enorme fuerza con la flexibilidad y la velocidad”, se expresa en la famosa novela.
La visión de Rice Burroughs era de un hombre cuyo cuerpo había sido formada por la construcción primitiva de la selva. Por naturaleza, Tarzán sería ágil, potente y ancho de hombros.
Así, Alexander Skarsgård es el nuevo protagonista de La leyenda de Tarzán, a estrenarse en las salas de cines el próximo 22 de julio. Lo que el público verá en la pantalla será muy diferente al recorrido lineal de un niño salvaje que fue criado por simios.
Pero muchos se han preguntado cómo este actor logro un físico extraordinario para esta película. Meses en el gimnasio con extenuantes rutinas y duras dietas forjaron los músculos de Skarsgård.
“Básicamente no pude ver a mi familia ni a mis amigos. Claramente valió la pena levantarse a las cuatro y media de la madrugada”.
Para convertirse en una bestia, el actor de Suecia necesitó ocho meses de arduo ejercicio para poder personificar al hombre que fue criado en la selva; pero en el segundo día de filmación se hizo evidente que su trabajo valió la pena.
“Cuando se quitó la camisa, lo primero que se notó fue la espalda. Se podía oír a la gente susurrando, y es entonces cuando supe que lo habíamos hecho”, dijo Magnus Lygdback, entrenador de celebridades y arquitecto de la transformación física de Skarsgård.
A medida que el actor iba ganando más músculo, también trabajaba en el estudio de movimientos del personaje junto al coreógrafo Wayne McGregor. “Era importante para mí que no pareciera un pollo asado. No quería parecerme a alguien de la playa de Venice, como si viniera de un Gold Gym”, señala el actor.
Al mismo tiempo, un control estricto de la comida también fue importante a la hora de meterse en la piel del mítico personaje. Skarsgård debía ingerir pequeñas dosis de proteínas cada pocas horas.
Margot Robbie, su compañera de reparto en esta aventura, recuerda lo desesperado que estaba el actor como consecuencia de la dieta impuesta. “Recuerdo un día en que le permitieron una manzana y la besó”, comenta la australiana.
Hay una escena memorable de la película de 2008 de Indiana Jones y el Reino de la calavera de cristal donde el personaje de Shia LaBeouf se balancea sin esfuerzo de árbol en árbol junto a un grupo de monos.
El público rió a carcajadas porque no pudieron aceptar que un niño flaco con una chaqueta de cuero y pantalones ajustados poseía suficiente fuerza en el cuerpo para ejecutar un solo pull-up, y mucho menos mantener el ritmo de los primates.
Para evitar una situación como esta, Tarzán de Skarsgård tuvo que buscar imponer lo suficiente para hace creíble el mano a mano que sostendrá con enemigos humanos y simios de más de 200 kilos. Para ello tuvo que añadirse masa muscular, una tarea que resultó difícil para alguien que mide 1.95 metros de estatura.
“Yo quería tener un poco más de peso, pero no ser demasiado grande”, dijo Skarsgard. “Era importante trabajar en buscar a alguien ágil y flexible, que pudiera moverse a través de la selva como un animal. Ese era su hábitat natural”.
“Él (director David Yates) y yo hablamos mucho sobre la forma en que Tarzán se mueve, su postura. Alguien que está muy controlado al principio y luego poco a poco cambia su postura mientras llega a aceptar lo que es, su físico”, dijo Skarsgard.
Lygdback estaba tratando con Skarsgård, un novato del gimnasio de 39 años de edad. Convertir a su cliente de un nombre ordinario al hombre-bestia requeriría tiempo, paciencia, atención al detalle y un plan que se centró en la fuerza de todo el cuerpo y la agilidad.
Para los primeros meses, Skarsgård hizo al menos cuatro sesiones de entrenamiento de peso dedicados por semana, con sesiones adicionales de trabajo abdominal y el núcleo espolvoreado en días alternos.
El cardio era inexistente durante los tres primeros meses, ya que la atención se centró en la adición de masa. Con unas pocas excepciones, Lygdback aplicó planes familiares para volumen de los grupos musculares: 12-16 para los músculos más grandes como la espalda y las piernas; y 9-12 para los deltoides, bíceps y tríceps. Pero para establecer la topografía de la espalda de Tarzán, Skarsgård realizaría planes más de 20 sets.
Empezó con alrededor de 12 repeticiones y luego, después de un par de semanas, fue más más y más pesado. Pero nunca hicieron menos de 6-8 repeticiones sino estar en el rango de 1 a 2 repeticiones.
Por suerte, él respondió bien al entrenamiento, pero pudo ser muy pesado cuando alguien no está acostumbrado a la elevación. Eso no significa que los entrenamientos resultaron fáciles.
Cuando finalizó la producción, Skarsgård no dudó en visitar a su padre el también actor Stellan Skarsgård.
“Pasé cuatro días en cama siendo alimentado por mi padre. Él cocina pasta y añade unas salsas increíbles. Comimos palitos de mozzarella, tuétano y bebimos toneladas de vino y cerveza. Fue el fin de semana más increíble de mi vida” recuerda Skarsgård.