Justo cuando creíamos que el género de terror no contaba con fanáticos segregacionistas, apareció la secuela de El exorcista para callarnos la boca. Desde que Deadline anunció el pasado 2 de febrero que Lidya Jewett será la encargada de darle vida a la protagonista de la cinta, las redes se encendieron en debate por (redoble de tambores) el color de piel de la actriz.
De nuevo, con el argumento de “inclusión forzada” y de infancias arruinadas, internautas de todas partes del mundo le sacaron provecho a su “libertad de expresión” y dejaron en claro que las posesiones solo le pueden ocurrir a gente blanca. Por ello ahora sabemos que no existen ni sirenas ni gente endemoniada de color. Gracias, supremacía blanca.
El talento detrás del filme
Lidya Jewett es una actriz estadounidense de 16 años, originaria de Etiopia, África. Fue adoptada a la edad de cuatro años y, desde entonces, ha construido su carrera trabajando en series infantiles y juveniles. Su elección para la cinta no es un evento aleatorio, pues ha demostrado gran talento al haber trabajado con Sam Raimi (Evil Dead) en Nightbooks.
Por otra parte, el director detrás del filme será David Gordon Green, mejor conocido por su trabajo en las recientes producciones de Halloween. Además, veremos a la increíble Ann Dowd (Hereditary) y al nominado al Óscar Leslie Odom Jr. (Hamilton). Por último, se confirmó el regreso de Ellen Burstyn como Chris MacNeil, la mamá de Reagan en la cinta original de 1973.
Estreno y rumbo de la historia
La película, que será la primera parte de las tres entregas acordadas, llegará el 13 de octubre de 2023, coincidiendo con el 60 aniversario del estreno de la cinta original. Por otra parte, el argumento central de esta gira alrededor de un padre que busca la ayuda de Chris MacNeil, pues su hijo es víctima de una posesión similar a la que ella vivió en su propio hogar.
Finalmente, aunque todos sabemos que El exorcista se corona como una de las mejores películas de terror de todos los tiempos, se ha demostrado que las secuelas o remakes de películas clásicas no siempre tienen que ser catastróficas. Por eso siempre es recomendable esperar antes de emitir un juicio, porque nunca sabemos cómo nos puedan sorprender.