Con el reciente ataque a Los girasoles, de Vincent van Gogh, se ha puesto otra vez sobre la mesa el vandalismo contra el arte, actitud de protesta y hasta de terrorismo o mera violencia que no es nada nuevo pero que es muy vigente. Las jóvenes que atacaron la pintura del artista neerlandés seguramente creen que estaban haciendo algo muy novedoso y revolucionario, pero la verdad es que eso, tristemente, ya se había visto.
A continuación hablamos sobre 11 obras maestras que alguna vez fueron atacadas y que han sido protegidas y rescatadas del mejor modo que se ha podido, aunque en muchas ocasiones los esfuerzos de los agresores han sido realmente insidiosos y destructivos, llevando a algunas de ellas a un estado realmente lamentable, haciéndolas prácticamente irrecuperables.
1. La Gioconda, de Leonardo da Vinci
La Gioconda o Mona Lisa es una de las obras más famosas del mundo, considerada la última gran obra de Leonardo da Vinci y, probablemente, por eso también una de las primeras en las que los vándalos piensan cuando planean sus fechorías. No solo ha sido atacada, sino que también se la han robaron en 1911, permaneciendo extraviada por dos años y 111 días.
La Mona Lisa es una dama fuerte que ha sobrevivido puñaladas (1956), lapidaciones (en diciembre del mismo año), ataques con pintura roja (1974), el lanzamiento de una taza de recuerdo comprada en la misma tienda del museo Louvre (2009) y hasta un pastelazo de parte de una persona disfrazada con peluca y en silla de ruedas (que era parte de su disfraz) en 2022.
2. La ronda de noche, de Rembrandt van Ryn
También conocida como La guardia nocturna (nada que ver con Juego de tronos), la obra que muestra la famosa y lóbrega escena (que irónicamente se cree que está ambientada en el día), resultó “demasiado dura de pelar” para un cocinero desempleado que en 1911 intentó atravesar, sin éxito, el grueso barniz de la obra usando un cuchillo (quizá por su ineptitud al cortar terminó sin trabajo).
En 1975, un profe sin chamba rayó en zigzag con un cuchillo sobre la pintura antes de ser aprehendido y rastros de ese daño aún permanecen presentes en la obra. Además, en 1990, a la pintura le arrojaron ácido, pero los guardias la diluyeron rápidamente con agua, permitiendo restaurarla posteriormente.
3. La Venus del espejo, de Diego Velázquez
En 1914, la obra de Velázquez fue brutalmente atacada por la sufragista Mary Richardson con un cuchillo de carnicero en la Galería Nacional de Londres, dejando siete cortes muy visibles sobre la pintura, que fueron reparados con éxito. Según ella, actuó de esa manera porque un día antes su amiga, también sufragista, Emmeline Pankhurst, fue detenida por las autoridades.
4. Guernica, de Pablo Picasso
En 1974, en una protesta política, Tony Shafrazi, un experto en arte y el dueño de la Galería de Arte Shafrazi, en Nueva York, escribió con pintura roja en spray sobre la obra Guernica, de Picasso, “KILL LIES ALL”, que es un horror gramatical pero que podría significar “mata todas las mentiras”, “matar mentiras todas” o algo por el estilo. Afortunadamente, el protestante sabía lo suficiente de arte para usar una pintura que fue fácilmente removida de la superficie.
5. Danaë, de Rembdrant van Ryn
Aparentemente, la gente ama odiar las obras de Rembrandt, pues esta es la segunda de sus pinturas en esta lista. En 1985, un tipo, que luego fue juzgado loco, lanzó ácido sulfúrico contra su famosa Danaë en el Museo Hermitage de Rusia, para luego tirarle dos puñaladas, destruyéndola prácticamente por completo en el centro. La restauración tomó 12 años y ahora se protege con vidrio reforzado.
6. Suprematismo (Cruz Blanca), de Kazimir Malevich
En 1997, Alexander Brener, un autoproclamado artista del performance, pintó la obra de Malevich con pintura verde, escribiendo el símbolo de dólar sobre la cruz alba sobre blanco de la pintura. El vándalo diría luego que solamente estaba “dialogando” con el pintor, pues el símbolo de dólar era su visión de la obra como mercancía y comercio frente a la cruz que es un “símbolo del sufrimiento”.
7. La piedad, de Miguel Ángel
El autoproclamado a gritos “Jesucristo resucitado de entre los muertos”, que no era otro que Laszlo Toth, un geólogo australiano de origen húngaro, atacó a martillazos a la escultura de Miguel Ángel. Se requirieron 15 golpes para romper el brazo de María al nivel del codo, perdiendo además la nariz y un párpado por el ataque inclemente que tuvo lugar el 21 de mayo de 1972. El vándalo había exigido anteriormente que se le declarara mesías, pero parece que no le hicieron mucho caso, así que decidió demostrar su estatus de “salvador del mundo” destruyendo propiedad pública.
8. Negro sobre marrón, de Mark Rothko
Wlodzimierz Umaniec, un influencer mesiánico (hay que aclararlo aunque casi todos caigan en esta categoría), intentó llamar la atención rayoneando la obra abstracta de Rothko con un crayón. En la leyenda que el bloguero escribió decía “Pieza potencial de Yellowismo”, haciendo referencia a una “filosofía artística” que el vándalo sostenía en ese momento.
9. Varias obras de Claude Monet de 1908
Aunque no se sabe si esto se debe calificar como vandalismo, Claude Monet destruyó la totalidad de sus propias pinturas, que serían exhibidas en mayo de 1908, a pesar de que (o quizá debido a que) fueron muy apreciadas por la crítica y valuadas en cien mil dólares de entonces. La razón para destruir su exposición fue que “no estaba satisfecho con sus resultados”.
10. Frenesí de las exultaciones, de Wladyslaw Podkowinski
Probablemente sentando un precedente para lo que después haría Monet, en 1894, luego de tan solo 36 días de exposición, Podkowinski se presentó en el salón de arte Warsaw, en Varsovia, Polonia, con el fin de destruir su propia obra empleando un cuchillo, dañando sobre todo a la mujer del cuadro. A diferencia de Monet, el artista polaco no aclaró la causa de su exabrupto, pero moriría un año después por tuberculosis, de la que sufría desde antes del momento del incidente.
11. La Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana, de Leonardo da Vinci
Este dibujo en carbón fue acribillado en 1987 con un escopetazo que Robert Cambridge disparó a poco más de dos metros de la obra. Aunque ninguno de los proyectiles impactaron directamente la obra, trozos y esquirlas del vidrio protector terminaron pulverizados por el disparo, haciendo un hoyo de 15 centímetros de diámetro en el manto de la Virgen María. Para restaurar la obra, los curadores tuvieron que “pegar con adhesivo docenas de diminutos fragmentos de papel, uno a uno”.