Por fin hay un estudio con el cual vas a poder contradecir a tu madre cada vez que entra a tu cuarto enojada y quiere apagar la consola, porque teme que con los juegos de video de armas te vuelvas un animal violento.
Pues bien, la ciencia está de tu lado porque ha desmentido la hipótesis de que los videojuegos y el tiempo que alguien pasa en ellos pueden alterar significativamente el comportamiento agresivo de las personas.
El estudio fue llevado a cabo por el profesor Andrew K. Przybylski, de la Universidad de Oxford, quien, en principio, tenía la creencia de que existía un vínculo directo entre la violencia de un adolescente y las horas que pasa en la consola.
Al final se sorprendió al encontrar que no existe ninguna relación directa entre un factor y el otro, ni siquiera si los juegos son gráficamente violentos, si existen armas o si tienen temática bélica.
Se cuestionó a 100 adolescentes (50 hombres y 50 mujeres) con edades entre los 14 y 15 años, quienes se definieron a sí mismos como “moderadamente usuarios de los videojuegos”, es decir, que juegan de dos a tres horas por día.
Se les preguntó, tanto a los adolescentes como a los padres de familia o tutores, sobre los videojuegos que jugaban y el comportamiento que tenían después de hacerlo.
El análisis refutó la teoría del investigador, puesto que no existen, al menos en estadísticas, pruebas suficientes para apoyar la teoría de que hay un vínculo entre el comportamiento adolescente y los videojuegos.
Otro estudio, en el que se utilizó la clasificación PEGI (que mide la violencia de los juegos de 0 a 3), se combinó con los tiempos que cada cual pasaba jugando y encontró también un lazo insignificante entre ambas variables.
Así que la próxima vez que alguien te diga que te vas a hacer violento por jugar esos juegos, ya tienes una forma de refutárselo: el videojuego no te echa a perder… tú ya estabas echado a perder.