Jayne Tapper, de 48 años, no encontraba la forma de que su marido pasara más tiempo en casa, porque le encanta irse al bar de la esquina a beber unas cervezas. Por ahí dicen: “si la montaña no viene a ti, tú ve hacia la montaña”; pero ella logró traer la montaña a su hogar.
Paul, su marido, ahora puede combinar su afición por los bares y el estar más tiempo con su mujer, ya que ella le construyó su propio establecimiento en el jardín, ¡y es increíble!
Jayne es enfermera, y de pronto tuvo la brillante idea de construirle su propio bar a su esposo, pero no solo fue una pequeña barra con unas botellas de cerveza, sino un espacio que ya envidiarían muchos, incluido tú.
Aunque esta medida tiene una doble intención, sobre todo por el nombre que le puso: The Doghouse Inn (La casa del perro). De esta manera, ahora ella puede decir que tiene a su marido en el jardín, “en la casa del perro”.
Teníamos que nivelar el jardín de todos modos, lo que habría sido costoso, más de 19,000 dólares, y me pareció la oportunidad perfecta para hacer lo que siempre había querido. Él ya no querrá ir al bar. Tenemos tres perros basset hounds y un amigo pudo crear un letrero para el frente del pub, con uno de nuestros perros, Rufus.
Luego trabajé para hacerlo como un pub adecuado, porque para empezar, era como una casa de troncos, pero quería que la gente se sorprendiera, así que continuamos transformándolo en un minipub.
—Jayne Tapper
La pareja tiene tres hijos, Tom, Lorren y Jack, todos mayores de edad, y ahora también disfrutan de este lugar, ya que pueden invitar a sus amigos a “un bar” y no gastar tanto dinero como sucede en esos lugares.
Solo la construcción de la estructura costó poco más de 3,500 dólares, más la decoración, mobiliario y detalles como una banca de iglesia y una máquina de videojuegos de Space Invaders, que en conjunto costaron 1,000 dólares.
Obviamente no fue nada barato, pero la familia está convencida de que a largo plazo todos se ahorrarán mucho, ya que no tienen que desplazarse a otros lugares; no pagan la entrada; las bebidas son mucho más baratas y sin salir de casa. De esta forma, todos salieron ganando.
Algunas cosas fueron donadas por familiares y amigos, lo que redujo un poco los gastos y le dio un toque más íntimo; además, Jayne sigue buscando elementos de decoración que puedan acoplarse al estilo de su bar, porque no solo es un refugio para su marido, sino que a ella también le encanta pasar tiempo ahí.
Lo mejor de todo es que pueden sentir que están en un verdadero bar y sin salir de casa.