A lo largo de la historia de la humanidad, siempre han existido personas que sucumben a sus más bajos instintos y se entregan al asesinato como vía de escape. Con relación a esto, surgió el debate común sobre si los asesinos nacen o se hacen, pero la respuesta más aceptada por expertos es que es una combinación de ambas cosas.
Su existencia es tan amplia y aceptada que incluso ha sido necesario nombrar a los diferentes tipos de homicidas, siendo el asesino serial uno de lo más conocidos. Sobre estos, sabemos de la existencia de muchísimos, pero quizá no estabas al tanto de los siguientes criminales mexicanos que se hicieron famosos dentro de la categoría mencionada.
1. Juana Barraza Samperio, “La Mataviejitas”
Juana Barraza Samperio tuvo una niñez muy complicada, pues el día que nació fue abandonada por su padre y, de ahí en adelante, su madre la trató peor que a un perro. Uno de los momentos que la harían odiar de por vida a las mujeres mayores fue cuando su mamá la cambió por tres cervezas a un hombre que después abusó sexualmente de ella. Esto marcaría el tipo de víctima que Juana asesinaría durante ochos años (1998-2006).
El día que la llevaron a la justicia, Juana usó sus habilidades de luchadora para someter a Ana María de los Reyes Alfaro, de 89 años de edad, estrangulándola con un estetoscopio. Sin embargo, no logró escapar, pues el joven que vivía con la señora la vio salir del lugar. Actualmente se encuentra en el reclusorio femenil de Santa Marta Acatitla, donde cumple 759 años de prisión por el homicidio de 17 mujeres.
2. Patricia Martínez y Juan Carlos Hernández, “Los Monstruos de Ecatepec”
La pareja de asesinos seriales atraían a sus víctimas ofreciéndoles trabajo u otro incentivo como drogas, comida o ropa. Cuando las mujeres se encontraban en su hogar, las sometían, abusaban de ellas y practicaban canibalismo una vez que las mataban. Fueron capturados en 2018 cuando caminaban por la calle empujando una carriola donde transportaban restos humanos.
Se cree que pudieron haber violado y asesinado entre 10 y 20 mujeres en un periodo de seis años. Actualmente se encuentran cumpliendo 327 años de prisión por ocho cargos de feminicidio, así como otros delitos que incluyen la trata de personas y venta de órganos.
3. José Luis Calva Zepeda, “Caníbal de la Guerrero”
“El caníbal de Guerrero” fue un pseudopoeta y periodista que enamoraba a sus víctimas con poesía, regalos y promesas de amor vacías. José Luis siempre negó haber ingerido a sus víctimas, pero cuando la policía entró a su casa a detenerlo, encontraron restos de mujeres en el refrigerador, así como otras partes en sartenes.
La justicia le llegó en forma de “suicidio”, pues pocos meses después de vincularlo por cuatro asesinatos, fue encontrado ahorcado en su celda. Sin embargo, José Luis presentaba signos de tortura, violación y el cinturón con el que se colgó no le pertenecía, por lo que se supone que fue asesinado por los internos del penal.
4. Andrés Mendoza, “Caníbal de Atizapán”
Andrés Mendoza es el mayor feminicida serial que haya conocido México y operó de 1994 a 2021 en el municipio de Atizapán de Zaragoza, Estado de México. Era conocido como un buen vecino y nunca levantó las sospechas de nadie hasta la desaparición de Reyna González, quien, al momento de su muerte, llevaba su celular consigo, por lo que su esposo pudo rastrear sus últimos pasos.
Cuando catearon su domicilio, descubrieron un cuarto subterráneo donde había enterrado al menos a 17 mujeres, un niño y un hombre. A inicios del año 2022 recibió sentencia de prisión vitalicia por el asesinato de Reyna, pero todavía le esperan otras condenas por todas las mujeres que no han podido ser identificadas.
5. Gregorio Cárdenas, “El estrangulador de Tacuba”
Gregorio es un recordatorio de que la justicia en México siempre ha sido un chiste. Este hombre asesinó a cuatro mujeres menores de edad entre agosto y septiembre de 1942 y confesó los asesinatos en un hospital psiquiátrico, donde también reveló que practicó necrofilia con los cuerpos de las jóvenes.
Estuvo preso en el Palacio de Lecumberri, donde destacó por tener un coeficiente intelectual muy elevado, lo que lo hizo merecedor de un trato especial. En 1976, el presidente Luis Echeverría le otorgó el perdón público en el Congreso de la Unión, donde fue recibido con una ovación de pie.