Anna Delvey era de esas personas excéntricas a las cuales “lo costoso” no era un impedimento. Solía hospedarse en lujosos hoteles, comer en los mejores restaurantes, viajar por el mundo, vestir ropa de diseñador y dejar grandes propinas a las personas que la atendían. Solo que había un pequeño problema con sus exorbitantes gastos: ella nunca tenía dinero para pagar.
Esta niña rica, o supuestamente rica, aplicaba la misma que tu compa el colado: “se me olvidó la cartera”; “¿no pasa la tarjeta?, debe ser problema del banco”; “paga tú, llegando a la casa te lo doy”; “te hago transferencia”. Cheques sin fondos, engaños, mentiras y un increíble don de gente hicieron de esta chica una mujer de mundo que se codeaba con empresarios, financiadores, deportistas y celebridades.
Anna Delvey, o Anna Sorokin, como se llama realmente, es una maestra del engaño. Consiguió una vida de lujos sin siquiera comprometer su cuenta de banco, pues realizaba cheques falsos a su nombre que lograba cobrar en el banco y con los que costeaba su ropa de marca, así como algunos de los grandes pagos en efectivo que llegó a hacer hasta que fue descubierta y mandada a la cárcel.
Esta historia, como muchas otras de crimen real, ha servido de inspiración para llegar a las pantallas. La cadena de engaños de Anna inspiró a Shonda Rhimes, recordada por ser la creadora de Grey’s Anatomy, quien compró los derechos de la historia para realizar la nueva serie de Netflix Inventando a Anna.
El inicio del fin
Nefertari Davis, o simplemente Neff, conoció a Anna mientras ella se hospedaba en el Hotel 11 Howard en el Lower Manhattan. Neff era aspirante a directora de fotografía, pero en ese entonces trabajaba de recepcionista en el hotel. Pronto se dio cuenta de que Anna, una joven hospedada en una de las mejores habitaciones, no solo necesitaba recomendaciones de buenos lugares, pues ya los conocía todos, sino el tiempo de alguien para compartirlo.
De esa manera, Neff y Anna comenzaron a verse más, salían a comer juntas y Anna la invitaba a sus sesiones de spa, manicuras, así como al entrenamiento. Pronto la “amistad” de estas dos fue haciéndose más grande, hasta el punto en que Neff organizaba las opulentas reuniones de Anna en los mejores restaurantes. La chica recuerda que en algún momento, su “generosa administración” le permitió cenar junto a Macaulay Culkin.
Después de varios meses en el 11 Howard, la deuda de Anna ya había ascendido a varios miles de dólares y la transferencia que había prometido esta supuesta millonaria alemana no llegaba a las cuentas del hotel, por lo que su habitación se bloqueó y se retuvieron sus pertenencias. Neff, en una inocente complicidad a la Thelma y Louise, le dio aviso, pero en lugar de acatar y pagar, Anna decidió hacer un viaje a Marrakech, en Marruecos. A partir de este punto, Neff ya empezó a dudar de la autenticidad de su “amiga”, pues si es tan rica, ¿por qué nunca tenía dinero para pagar?
Neff no pudo acompañarla por trabajo, así que al viaje fueron Rachel D. Williams, la editora de fotografía de Vanity Fair, y su entrenador personal. Su alojamiento en el palacio La Mamounia les arrojó una cuenta de 62 000 dólares. Sin embargo, Anna no podía pagar y las amenazas de seguridad eran fuertes, por lo que Rachel, tras una promesa de pago inmediato, terminó pagando la deuda. De toda la cantidad solo volvió a ver cinco mil dólares. Más tarde, la editora evidenciaría cómo fue víctima del engaño.
Sus últimos pasos
La meta de esta chica era reunir el dinero suficiente o encontrar a los inversionistas adecuados que le permitieran concretar un espacio dedicado al arte contemporáneo que llevaría el nombre Fundación Anna Delvey (ADF, por sus siglas en inglés). Anna llegó a reunirse con importantes empresarios y, engaño tras engaño, estuvo a punto de cumplir con su sueño, pero la verdad siempre sale a flote.
Después de varios timos a los bancos por grandes préstamos y su repetida operación de estafa a los hoteles, Anna Sorokin fue detenida en Malibú e, incapaz de pagar la fianza, terminó en la prisión femenina neoyorkina de máxima seguridad Rikers Island en donde pasará los próximos 15 años.
En sus juicios pidió a su abogado que le consiguiera ropa de diseñador e incluso se creó una cuenta de Instagram donde documentaba sus atuendos. A eso le llamo nunca perder el estilo. Todo esto deja una gran lección: cuídate de tu compa que nunca trae para pagar la cuenta, tal vez vive una vida de lujos a tus espaldas.
¿Quién es Anna?
Detrás del personaje construido de una chica alemana de una notable familia, estaba Anna Sorokin, quien había nacido en Rusia en 1991 y fue criada en una familia humilde, pues su padre era camionero, no un empresario multimillonario. Desde los 16 años, vivió en Alemania en un pueblo cercano a Colonia, luego se mudó a Londres a estudiar en el Central Saint Martins y a partir de 2013, estuvo rondando las calles de Nueva York.