Un día estás pintando casas y al otro eres el ser humano más radioactivo de la historia. Albert Stevens bien pudo ser el superhéroe favorito de Bart Simpson, Radioactive Man, pues en 1945 se le inyectaron grandes cantidades de material radioactivo como parte de un experimento que buscaba saber los efectos del plutonio en el cuerpo humano.
Stevens formó parte de un experimento auspiciado por el hospital de la Universidad de California junto a otros sujetos que habían sido seleccionados debido a que padecían enfermedades terminales, pero claro que los doctores a cargo jamás les informaron que se les estaba inyectando plutonio. Stevens había sido diagnosticado con cáncer de estómago y se encontraba desahuciado, así que los médicos le inyectaron 131 kilobecquerel, lo que es una dosis inhumana.
Sin embargo, poco después de haberlo inyectado, los investigadores descubrieron que Stevens no tenía cáncer de estómago, solo se trataba de una úlcera. Pero ya era demasiado tarde. Como parte de su tratamiento por cáncer ya le habían removido su novena costilla izquierda, todo el bazo, parte del hígado y el páncreas, además de haber recibido la letal inyección de plutonio.
Este experimento se llevó a cabo con sujetos entre los 18 y 69 años de edad y se realizó en el marco del proyecto Manhattan, que estudiaba la fisión nuclear del plutonio que luego significaría el desarrollo de la bomba atómica. Los involucrados querían saber qué efectos tendría el plutonio sobre sus cuerpos y por eso comenzaron la vacunación en pacientes terminales.
Asombrosamente, Stevens no murió a los pocos días o a los dos años como otros compañeros de experimento lo hicieron. En realidad, Stevens vivió otros 22 años y falleció hasta que cumplió 79 años. La causa de muerte fue un paro cardiorrespiratorio, pero durante toda su vida vivió con niveles altísimos de radiación en su cuerpo. Se estima que recibió 300 rem por año, siendo que la dosis actual permitida es de 5 rem al año, o sea , que recibió 60 veces más de radiación, pues en total se calcula que recibió 6400 rem en los años posteriores a su inyección.
Los reportes médicos que fueron desclasificados luego demostraron que otros cuatro individuos, que también habían sido inyectados con altas dosis de plutonio, seguían vivos luego de la muerte de Stevens, lo cual resulta sorprendente aunque no menos peligroso. Por su parte, la familia de Stevens jamás sospechó del experimento y tampoco supieron que el cáncer no había sido tal, pensaban que él formaba parte de un nuevo tratamiento que había funcionado y eso era todo.
La escritora y periodista Eileene Wilson dio a conocer los archivos de este experimento en 1993 y pronto el gobierno de Bill Clinton se apuró a formar un Comité Asesor sobre Experimentos de Radiación Humana. Sin embargo, abrió una fuerte polémica sobre la experimentación humana poco ética y en situación de guerra, pues, a la luz de la historia, ponía a los Estados Unidos a la par de los odiados enemigos nazis, quienes también habían experimentado en humanos.