Me desperté a las 6 de la mañana, tres horas antes de mi hora de entrada a la oficina; y aun así llegué 10 minutos tarde. Esto es bastante normal para mí. Casi siempre llego minutos tarde. No quiero decir nada con eso, tampoco merezco reglas diferentes a los demás, simplemente soy así.
Me levanto temprano para hacer la mayor cantidad de actividades posibles y tratar de llegar a tiempo a la oficina: un entrenamiento corto, un desayuno, ponerme al día en las noticias, soñar despierto, mientras lucho por ponerme los calcetines.
Veo el reloj y pienso: “¡oh, todavía tengo mucho tiempo!”; pero una o dos tareas después solo me quedan 40 minutos para llegar al trabajo; más el viaje que me toma 45 minutos… Esto ha sido lo mismo encada trabajo que he tenido, incluso en las reuniones sociales.
Y sorprendentemente hay poca investigación científica acerca de la impuntualidad; no obstante, algunos expertos creen en la teoría de que ciertas personas están programadas para llegar tarde, y que parte del problema puede estar profundamente incrustado en los lóbulos del cerebro.
La impuntualidad es simplemente una consecuencia de la psicología y la personalidad, nada más ni nada menos, de acuerdo a estudios de especialistas. Sin embargo, mientras muchos de nosotros estamos tratando continuamente llegar temprano al trabajo, por increíble que parezca también hay beneficios ocultos.
Las personas que continuamente llegan tarde en realidad son un poco más optimistas; ellas creen que pueden adaptarse más que otras personas a más tareas en una cantidad limitada de tiempo, y por ello prosperan cuando son multitareas.
Los investigadores han encontrado que el optimismo tiene un sinnúmero de beneficios para la salud física, al reducir el estrés y disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular y fortalecer su sistema inmunológico. De hecho, la felicidad y la positividad se relacionan con una vida más larga.
Mantener una actitud positiva también es vital para lograr el éxito personal. La investigación muestra que la felicidad aumenta la productividad general, así como la creatividad y el trabajo en equipo en el lugar de trabajo.
Todo esto hace que tome sentido, ya que un estudio realizado en la Universidad Estatal de San Diego también reveló que la tardanza se relaciona con las personas que tienden a ser más relajadas y tolerantes.
En otras palabras, las personas que son habitualmente impuntuales no sudan por las cosas pequeñas, se concentran en el punto grande y ven el futuro tan lleno de infinitas posibilidades. El tiempo es relativo, hay que aprender a vivir en el momento.
También debemos señalar que la puntualidad es un concepto relativo. El tiempo y la tardanza significan diferentes cosas en diferentes culturas y contextos. En Estados Unidos, a menudo interpretamos lo adelantado como un insulto o un signo de una mala ética de trabajo. Cuando las personas llegan tarde, se asume que sienten que su tiempo es más importante o valioso. Los estadounidenses creen el tiempo es dinero y el dinero es el tiempo.
Pero si se dirige a Europa, es casi como si la noción del tiempo mágicamente muta cada vez que entra un nuevo país. En Alemania, la tierra de la eficiencia perpetua, la puntualidad es de la mayor importancia. Cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, llegó tarde a una reunión con la canciller alemana Angela Merkel, ella por ejemplo se fue, porque así es como los alemanes lo hacen.
Si te aventuras a España, sin embargo, encontrarás que el tiempo ha tomado un carácter completamente diferente. El español está dirigido por su propio reloj y son famosos por cenar a las 10:00 p.m. En América Latina la puntualidad es de poca o ninguna importancia. El punto aquí es que todos hacemos las cosas a nuestra manera.
Es importante precisar que lidiar con impuntualidad es negativo para el crecimiento económico, y que los horarios son vitales para mantener la eficiencia. Pero cuando nos fijamos en el hecho de que los estadounidenses trabajan más horas, todavía más exhiben bajos niveles de productividad, este argumento se siente algo vacío y sin efecto.
Como ambas sociedades e individuos, todos tenemos que encontrar el equilibrio saludable entre la puntualidad y la tardanza. Los horarios son importantes, pero romperlos no es el fin del mundo. Las personas con una tendencia a llegar tarde y los que tienen una propensión a la puntualidad podrían aprender una cosa o dos de ellos (y viceversa).
La vida nunca fue destinada a ser planeada hasta el último detalle. Permanecer demasiado unidos a horarios significa una incapacidad para disfrutar del momento. Vivir en el presente es vital para nuestra salud mental. A veces es mucho más beneficioso que ir con la corriente.
No podemos pasar todo nuestro tiempo viviendo en el pasado o soñando con el futuro, o terminaremos perdiéndonos las cosas maravillosas que ocurren a nuestro alrededor.