Ningún hijo viene con instrucciones, y criarlos es de lo más difícil. Normalmente todo el mundo es experto en la crianza de los hijos, aunque no tengan; así que es difícil saber qué hacer. Sin embargo, lo que parece una constante, es que los límites para los hijos son siempre necesarios, aunque el método cambie según las ideas de cada quien.
Aunque esta idea puede malinterpretarse, es un hecho de que los límites son la guía que damos a los hijos para formar seres humanos con los valores a los que todos aspiran, y no crecer como completos sociópatas.
Un niño que crece sin límites, sin respeto por sus padres, es un niño manipulador, impertinente, poco colaborativo, con poca tolerancia a la frustración, agresivo y en general, insoportable.
1. Marcar límites
Siempre trata de ser específico cuando quieras marcar los límites. En lugar de decir palabras poco concisas como “pórtate bien”, di exactamente lo que quieres con frases como: “no molestes a tu hermana” o “habla bajito en la biblioteca”.
2. Dale opciones
Trata de no llevar los límites al rango militar. Es bueno dejarles tomar decisiones al momento de decidir cómo van a acatar lo que les pides. Por ejemplo, a la hora de vestirse, déjalo elegir la ropa que quiera ponerse.
3. Firmeza
Firmeza no es sinónimo de gritos o golpes, sino de hablar con voz firme y darte la seriedad que mereces. También significa que las reglas importantes no deben ser demasiado flexibles ni están sujetas a discusión. Por ejemplo, a la hora de dormir, siempre trata de que sea el mismo horario.
4. Acentúa lo positivo
En lugar de hablar con prohibiciones, pide acciones positivas, como por ejemplo: no le digas “no hables fuerte en la biblioteca”, sino “habla bajito en la biblioteca”. En lugar de “no corras”, di “camina despacio”. Esto hace que entiendan más fácilmente lo que quieres.
5. Dale explicaciones de tus órdenes
Cuando explicas el porqué de tus órdenes, el niño se siente más seguro y las atenderá más fácilmente. No necesitan ser explicaciones enredadas o largas que no entiende, sino cortas y sencillas: “si gritas, molestarás a otras personas”.
6. Desaprueba la conducta, no a tu hijo
Deja siempre en claro que el rechazo no es hacia el niño, no digas “eres mal niño”, sino “eso que haces está mal”.
7. Controla tus emociones
Es fácil para muchos perder los cabales y por lo tanto, ser abusivos verbal o físicamente. Primero cálmate, cuenta hasta diez, y luego enfrenta el problema.
Ceder a los berrinches y rabietas harán que cada vez sea más difícil educar a tu hijo. Él tendrá el control y no los padres. Siendo paciente y con cariño, tu hijo crecerá como un ser humano sociable, y que tendrá menos problemas en su vida.