No cabe duda de que cuando se quiere salir adelante, se buscan las soluciones que apoyen a cumplir las metas. Si bien las circunstancias individuales y colectivas pueden inferir, el ímpetu del trabajo, el esfuerzo constante y la disciplina sirven para afrontar cualquier obstáculo. No hay excusas y héroes como Alejandro nos lo demuestran con sus acciones, pues este albañil realiza su trabajo a pesar de ser una persona invidente.
En diciembre de 2019 se volvió viral en redes un video de un albañil recogiendo grava con una barrica, para después verterla en la mezcladora. Aunque esta tarea pudiera ser común, su ejecutante la volvía extraordinaria porque este es evidente. Sin embargo, esto no hacía meya en su desempeño, pues parecía dominar el espacio y la actividad.
El contratista es originario de Apizaco, Tlaxcala, México, donde estaba la construcción en que lo vieron trabajar. Alejandro medía la distancia que tenía que desplazarse, sentía el peso de la barrica llena de grava y el nivel que llevaba y se guiaba por el sonido de la máquina. Al estar frente a ella, se cercioraba tocando el borde, para, inmediatamente, dejar caer la graba en el interior. El trabajo constante le dio la maestría para hacerlo con precisión.
“Eso es tener ganas de trabajar” expresó el autor del video, quien después de conocer a Alejandro y su condición, habló con él para reconocer la labor que hacía. De la misma manera, le comentó que habló con su patrona, le mostró un video de Alejandro trabajando y ella le mando algo de dinero a modo de regalo. El obrero le agradeció a la mujer a través de la cámara por valorar su trabajo.
Tal vez tus compañeros ya se acostumbraron a verte trabajar y para ellos, de algún modo, ya se volvió algo normal. Yo, la verdad, no había visto algo así y, la verdad, se nos hace extraordinario. Más que nada, las ganas que le echas y las ganas que tienes de salir adelante.
—Autor del video a Alejandro
No es la primera vez que vemos algo similar, hace algunas semanas les hablamos de quien levantaba un muro de bloques de hormigón. Sin embargo, el hombre no tenía manos, pero utilizaba sus brazos para cargar cada tabique para acostarlo sobre la cama de concreto y alinearlo a la perfección. Otra prueba de perseverancia, así como una demostración de que los límites los coloca cada persona.