Hay algo fascinante sobre los viajes: realmente pueden cambiar tu perspectiva del mundo y aunque suene a cliché, lo hace, aunque sea por un momento. Te hace pensar en cuántos lugares no conoces. Es una experiencia indescriptible, y estas son algunas razones dadas por los viajeros, para hacerlo en la medida de lo posible:
1. Es importante estar solo
No solitario, sino solo. Es importante que aprendas a ser tú mismo completamente, sin nadie alrededor. Te hará darte cuenta de que a veces eres la única compañía que necesitas. Un viaje solo te permite sentirte cómodo con la idea de pasar tiempo contigo mismo y disfrutarlo.
2. No piensas en nada
A veces, alcanzas un punto en que te das cuenta de que tu mente debe aclararse. Nada de pensamientos. Sólo el sonido de tu propia respiración, el dulce silencio del viento y el sonido ocasional de las aves. En ese momento, no tener pensamientos se siente como la verdadera libertad.
3. Aprecias las cosas más pequeñas
Ves la belleza en las cosas más mundanas. De repente encuentras que la lluvia tiene olor, la cerveza sabe mejor bajo el sol, las aves cantan y te hacen divagar sobre el sentido de la vida, empiezas a apreciar las cosas pequeñas que le dan sentido a la vida.
4. Reflexionas
La mayor esperanza viene de los viajes, cuando estás sentado en el tren, viendo por la ventana preguntándote qué es lo que está más allá de los campos. Epifanías caen desde el cielo, sobre la gente y sobre tí mismo, mientras tomas café en una montaña helada. Te das cuenta de que algunos momentos no te los pueden arrebatar, no es la naturaleza tu enemigo, sino las junglas de concreto. Te das cuenta de muchas verdades sobre la vida que están ahí pero que siempre olvidas.
5. Haces amistades
Cuando estás ahí afuera, sin nadie a tu lado, en tierras extrañas, la única manera de comunicarte con la gente es hablarles. Tienes que acercarte a la gente y empezar conversaciones. Será divertido. Harás nuevos amigos y verás el mundo através de sus ojos. Aprenderás a disfrutar de la compañía de personas nuevas. Regresarás como una persona más cálida. Diez años después, sonreirás cuando recuerdes qué fácil era hacer amigos.
6. Obtienes perspectiva
Esos amigos nuevos te contarán historias, de las montañas y las ciudades y de sus experiencias tan distintas de las tuyas, le darán a tu mente una perspectiva sobre la vida. Oirás de lugares en los que nunca has estado, de sus infancias, de cómo se ve la vida en otra parte del mundo tan distinta e interesante.
7. Adiós máscaras
Por una vez en la vida, puedes ser quien tú quieras. Podrías ser quien realmente eres, sin la máscara. Es la única vez en que eres realmente libre, de juicios y moralidad. Nadie te conoce, a nadie le importa. Puedes ser tonto, estúpido, lo que la sociedad no aprueba. Tal vez regreses, pero nadie se preocupará de lo que digan de tí.
8. Te das cuenta de tu tamaño
Cuando finalmente alcances la cima de la montaña y veas desde ahí, la vastedad del mundo te golpeará en el alma. Te darás cuenta de lo pequeño que eres. De lo grande que es este mundo. Te das cuenta de que es tuyo para andarlo y para cuidarlo. Por un momento, eres tú y el mundo.
9. Tienes paz mental
Más que nada, experimentas algo nuevo, el silencio de estar solo. La estabilidad de un alma en calma. Sin importar lo ambicioso que seas, te das cuenta de que hay una cosa que está sobre tus sueños y la gente que quieres, la paz mental.