Este es un momento sagrado. Un momento en el que el hombre siente a los dioses cercanos, como a su propio aliento. ¿Qué piedad desconocida nos ha perdonado hoy? ¿Qué clemencia de lo divino ha puesto la lanza del enemigo en el pecho de nuestro camarada y la ha quitado de nuestra garganta? ¿Por qué estamos todavía en la Tierra, nosotros que no somos mejores ni más valientes, que no reverenciamos los cielos más que estos hermanos nuestros a quienes los dioses se han llevado a los infiernos?
En este discurso del libro de Steven Pressfield recordando la Batalla de las Termópilas, en Gates of Fire, el rey espartano Leónidas habla a sus tropas luego de la victoria. Se refiere al hecho de que cuando pelean en el caos, la diosa Fortuna y la habilidad de cada quien son igualmente causa del resultado. Pressfield explica esta dinámica en su libro The Warrior Ethos:
En la era previa a la pólvora, toda muerte era causada por propia mano. Para matar a un enemigo, un guerrero romano o griego debía acercarse con iguales posibilidades de ser herido por su oponente. Esto produjo un ideal viril de la virtud (andreia en griego) que valoraba la valentía y el honor tanto como la victoria.
Andreia significaba que el juicio estaba basado en las acciones que se seguían y no en los resultados. La sociedad entendía que los resultados en parte eran producto de las decisiones de los dioses. Lo que estaba en las manos de los hombres era solo su proceder.
Por lo general tendemos a mezclar las cosas: hay un ejército de autores que te dicen cómo ser “exitoso” en 5, 7, 10, 20, sencillos pasos. Todo lo que debes hacer es seguir la lista. Eso es como si los soldados espartanos explicaran por qué sobrevivieron. Leónidas se reiría en su cara por su arrogancia.
Nos hemos vuelto tan banales enfocados solamente en los resultados, que nuestras acciones se han vuelto algo secundario. Juzgamos a los hombres por lo que tienen y no por lo que hacen. Señalamos nuestros ideales en lugar de tomarlos.
En su libro Do the Work, Pressfield se refiere a una caricatura del New Yorker que claramente se refiere a nuestra preferencia por las cosas y por hacer las cosas:
Una persona perpleja parada ante dos puertas: una puerta dice ‘Cielo’ y la otra dice ‘Libros sobre el Cielo’. Perpleja, está pensando en el libro. Es gracioso porque es absurdo, porque sabemos que tendríamos la misma duda.
Como cultura, ahí es donde nos encontramos. Desesperadamente buscamos abstraer las cosas y evitar a toda costa las acciones. El hombre de la cita de Thoireau nunca ha sido más prevalente: “La mayoría de los hombres viven vidas de callada desesperación y se van a la tumba con la canción aún en ellos”.
El mundo está lleno de hombres que viven “atrapados” en su vida. Parece haber una especie de parálisis masiva. El hombre moderno ha olvidado cómo tomar acciones.
El economista y autor de Average is Over, Tyler Cowen, está de acuerdo con ello:
“Entre más información hay ahí afuera, mayores los motivos para sentarse a no hacer nada. La información no falta; sino la voluntad de hacer algo con ella”. Un mundo que está cada vez más confundido, incierto, y paralizado necesita hombres de acción. Necesitamos dejar de pensar para actuar. Deja de ver el gigantesco botón rojo enfrente de ti y presiónalo. Deja de planear y da un paso al frente.
La siguiente sección se refiere a 10 verdades que han sido olvidadas sobre la naturaleza real de la acción:
1. La acción es más barata que hacer planes
¿Sabes por qué los hermanos Wright le ganaron a las megacorporaciones con las que competían para hacer volar el primer avión? Acción. Robert Greene explica en Mastery que los hermanos Wright tenían poco presupuesto y por ello estaban forzados a hacer pocos cambios y baratos, a cada modelo. Volaban un avión, lo chocaban y lo arreglaban. Las corporaciones tenían el dinero que les permitía volver a la mesa de dibujo (en abstracto) para ver las fallas. Gastaban toneladas de dinero y tiempo en cada diseño. Los hermanos Wright tenían ya cientos de vuelos de prueba cuando las corporaciones apenas tenían unos pocos. Cada vuelo de prueba enseñaba lecciones.
Esta forma de pensar se replicó en el trabajo de Silicon Valley en parte gracias a la obra de Eric Ries, The Lean Startup. Podemos imaginarnos a los hermanos Wright escribiendo este pasaje del libro:
He llegado a creer que aprender es la unidad esencial del progreso para quienes empiezan. El esfuerzo que no es necesario absolutamente para aprender lo que los clientes no quieren. Le llamo a esto aprendizaje validado porque siempre se demuestra con mejoras positivas.
La tecnología ha alcanzado un punto en que construir siempre es más fácil que planear. Se pueden construir las cosas y saber la respuesta antes de planear todas las posibilidades para determinar cómo sería la mejor manera. Ries dice:
La cuestión no es ¿puedo construir este producto? En la economía moderna, casi cualquier cosa imaginada se puede construir. La pregunta más pertinente es ¿debería ser construido este producto? y ¿podemos construir un negocio sustentable para ello?
Esas son preguntas que no se pueden responder en lo abstracto, deben ser probadas en el mundo físico; la clave está en hacer las pruebas rápido y barato y mejor poco a poco. Esto se aplica a todo, especialmente a la vida, planear ha paralizado a mucha gente, se nos ha dicho que siempre debemos tener un plan antes de entrar en acción y eso nos lleva a una gran depresión. También se puede hacer lo contrario, hacer planes y analizar, luego de emprender la acción. Muchas de las veces, planear es procrastinación. Los planes son inútiles sin acciones, por eso el primer paso es empezar con acciones basándonos en lo que sabemos, luego mejorar poco a poco, después hacer un plan.
2. La acción crea posibilidades
Cuando se entra en acción, aparecen posibilidades que no existían antes, siempre vemos al futuro desde el lugar en que estamos parados, olvidamos que es solamente un punto. Imagina que caminas en la ciudad de Nueva York y lo único que ves son edificios y gente neurótica caminando y taxis. Das vuelta en la siguiente calle y entonces encuentras árboles en Central Park. Una nueva posibilidad ha aparecido. Si eres obeso, entonces probablemente no veas un futuro cercano en que estés en forma, pero luego de tres meses de ejercicio y de comer bien, será posible un futuro de buena forma física que no existía antes. El truco está en seguir intentando, en la acción.
3. La inactividad asusta
El dolor de la actividad es agudo, está en nuestra cara, la inactividad nos tienta porque es lenta, no consideramos “rehusarnos a elegir” como una opción, creemos que estamos seguros si no nos exponemos al error y no apreciamos las consecuencias de la inactividad porque es lenta, crónica, y menos obvia, eso la hace peor. Pero no puedes escaparte al dolor, viene con la acción, te deja cicatrices, te hace crecer. El dolor que viene con la inactividad es lento, te hace blando, te hace decaer.
4. La motivación sigue a la acción
No tenías motivación cuando empezaste a escribir, no tenías nada que decir, por alguna razón, no podías pensar en las palabras, luego de miles de palabras no podías dejar de escribir. Siempre es así, si no sientes ganas de ejercitarte, éstas empiezan luego de estar 15 minutos en el gimnasio; estás muy cansado para tener relacionarte con los demás, hasta que empiezas; no quieres ir a la fiesta hasta que estás ahí.
La motivación y la pasión te seguirá si tienes la fuerza de ir sin ellas.
5. La acción es una respuesta existencial
Si no sabes qué significado tiene la existencia, tienes esta opción: haz algo. Es imposible tener una respuesta filosófica que concluyentemente te diga qué hacer o qué eres. No hay respuesta abstracta, sólo está la vida para ser vivida.
6. La acción da valor
El valor no es algo que ya tienes y te hace valiente cuando pasan cosas difíciles. El valor es lo ganas cuando has estado en situaciones difíciles y descubres que no son tan duras después de todo.
Malcolm Gladwell, David and Goliath
7. Las explicaciones siguen a las acciones
El neuro-científico David Eagleman le pidió a los participantes en un estudio en 2004, que movieran el dedo cuando tuvieran un impulso. Reportó sus descubrimientos en Incognito: The Secret Lives of the Brain:
Mucho antes de que el movimiento voluntario se diera, se pudo medir mucha actividad neuronal. El potencial de “alistamiento” es mayor cuando los sujetos piensan en el tiempo en que harán el movimiento, más que en el movimiento en sí.
Tomaron una decisión antes de llevar a cabo el movimiento.
En ese mismo libro, un experimento en que gente juega, señala que la personas tienen ciertas actitudes y toman decisiones que hasta después explican, sin mucho sentido:
Las descripciones de los jugadores de sus propias estrategias no caza con lo que habían hecho en realidad, acciones que en realidad eran muy predecibles. Tampoco sus descripciones empatan con el comportamiento de las computadoras. Las mentes conscientes incapaces de darle una tarea a un ‘sistema zombi’ muy bien aceitado trata desesperadamente de buscar una narrativa.
Esta necesidad se llama falacia de la narrativa. Saber esto debe ayudarte a actuar libremente cuando no hay historia o al menos te da la idea de que muchas veces la historia que te cuentas es muy probablemente, errónea. No dejes que las historias te asusten. Haz las cosas y las historias explicativas vendrán después.
8. La acción vence a la suerte
Los espartanos no preguntan cuántos son los enemigos sino dónde están.
Plutarco, hablando de los espartanos.
Más información rara vez ayuda, a menos que tengas la intención de actuar. El plan perfecto no existe. Warren Buffett (uno de los más grandes inversores en el mundo) cuenta en su autobiografía que no tenía un plan cuando era joven. Sólo sabía que quería hacer mucho dinero.
El super exitoso capitalista Ben Horrowitz dice en su nuevo libro que:
Los CEOs que comienzan no deberían dejar las cosas a la suerte. Cuando estás construyendo una compañía, debes creer que hay una respuesta y que no puedes dejar a la suerte el encontrarla. Simplemente tienes que hallarla. No importa si tienes una o miles de oportunidades entre un millón; tu tarea es la misma.
Los obstáculos que encuentres no importan, más que cómo logras el objetivo.
9. La acción te hace humilde
Los adolescentes piensan que lo saben todo porque no han tenido muchas experiencias; como no saben nada, piensan que lo saben todo. Empiezan a aprender sobre teorías y posibilidades, no han hecho nada así que sienten que pueden hacer lo que sea.
En Gates of Fire de Pressfield, un guerrero más grande, Dienekes, le dice a un más joven:
Te deseo, Kalistos, que sobrevivas muchas batallas en la carne como las has sobrevivido en tu imaginación. Tal vez entonces adquieras la humildad de un hombre y no te consideres ya el semidios que crees ser.
La acción tiene el potencial de unir la imaginación con la realidad. Pero sólo cuando se hace consistentemente. Cuando los jóvenes se dan cuenta de que no pueden explicarlo todo, se desilusionan, dejan de intentar, caen en la inactividad, por eso tal vez, muchos adultos son abúlicos, no hacen nada porque creen que van a fallar. Creen que por unas fallas deberían dejar de tratar, por eso están aburridos, son letárgicos. En lugar de eso, cuando tratas, tus fallas deben fortalecerte, son aprendizajes.
10. La acción no es mezquina
La acción no se trata de opiniones, se trata de la realidad, no le deja espacio al chisme, no puede empequeñecerse aunque se quiera. Hay dos maneras de entrenarte para entrar más en acción:
a) Sistemas sobre objetivos
Nassim Taleb ofrece una explicación de los peligros mentales de los premios no-lineares en Fooled by Randomness:
Nuestro cerebro no está hecho para pensar no-linealmente. La gente piensa que si, digamos, dos variables están causalmente unidas, una entrada constante en una de las variables siempre debería dar un resultado determinado en la otra variable. Nuestro aparato emocional está diseñado para pensar en causalidad lineal. Por ejemplo, estudias todos los días y aprendes algo en proporción a tus estudios. Si sientes que no vas a ningún lado tus emociones te desmoralizarán. Pero la realidad rara vez nos da el privilegio de una progresión linear satisfactoria: puedes estudiar por un año sin aprender nada, entonces, a menos que quedes descorazonado por los resultados sin sentido y te des por vencido, algo te llegará de golpe… Esto sumariza el porqué hay rutas al éxito que no son al azar, pero pocas, muy pocas personas tienen la resistencia para seguirlas… la mayoría de las personas se rinde antes de las recompensas.
Si entrenas para emocionalmente sentirte recompensado por las acciones que tomes, más que por los resultados, podrías ser capaz de alargar el tiempo que pasas en “fallar” activamente, e incrementar las oportunidades de éxito. Una posible solución es recompensarte por seguir tu sistema más que por lograr alguna meta específicamente. Elige un sistema que sabes te llevará al éxito si lo sigues:
Comer sano Vs perder 5 kilos. Construir un negocio Vs adquirir independencia financiera. Salir con alguien Vs tener una relación exitosa. Los primeros son sistemas, las segundas son metas.
Scott Adams, el creador de Dilbert, resalta esta idea en Cómo fallar en casi todo y aún así ganar:
La gente orientada a las metas existe en un estado de fallas constantes pre-éxito, y el fallar continuamente si las cosas no funcionan. La gente orientada en sistemas tiene éxito cada vez que aplica sus sistemas en el sentido de que hacen lo que se supone que deben hacer. La gente que busca metas lucha con el sentimiento de decepción en cada momento. La gente que aplica sistemas se siente bien cada vez que aplican el sistema. Esa es una gran diferencia en términos de mantener tu energía personal en la dirección correcta.
Cuando tu meta es bajar 5 kilos en el gimnasio, cuando lo logres dejarás de ir al gimnasio y empezarás a comer como loco. Cuando aceptas un sistema, como “ejercitarte cada cierto tiempo”, empiezas a tener éxito constante. El siguiente paso es el verdadero reto.
b) Semana de privación de entradas
Intenta durante toda una semana no recibir nada de información. Por una semana, nada de leer libros, blogs, periódicos, Facebook; no ver televisión, películas, Redditt, Twitter; no escuchar el radio; nada de entradas, sólo salidas. Pasa toda una semana sólo contigo mismo y la gente que te rodea, esto te empuja a tomar acciones al quitarte toda la actividad que utilizas para de hecho no trabajar, evitar lo que sabes que debes hacer.
Además, esto incrementará tu reflexión, el respeto que tienes por tus propias ideas, tendrás también más ideas, los problemas irresolubles de tu vida parecerán ser más sencillos, tendrás una mejor apreciación de las cosas que pasan a tu alrededor, te volverás más social, tendrás mejor perspectiva, y te volverás más original. Al igual que una novia que nunca apreciaste hasta que ya no estaba, tu relación con la información cambiará para siempre. Apreciarás la calidad de la información y serás más capaz de ignorar el resto. No serás adicto de la información “chatarra”.