Si lo repetimos es porque es muy necesario que todos los varones en el mundo lo sepan: nunca se tatúen el nombre de su novia y mucho menos el rostro… ¡Eso siempre termina mal! Si este consejo hubiera llegado a Martín Rodríguez, futbolista del equipo mexicano Pumas, quizá se hubiera detenido antes de cometer el error más grande de su vida.
Este jugador se tatuó el rostro de su novia, la modelo Alejandra Valdés, quien ya había dejado a su novio anterior (el también futbolista chileno Felipe Flores) por él. Pero nunca pensó que eso le podría pasar también… ahora por culpa de Luciano Bocco.
Y después de publicar la fotografía de cómo se tatuaba su rostro en todo el antebrazo, empezaron a correr los rumores de que la modelo repitió la historia y lo dejó por el también futbolista Luciano Bocco, del Cruz Azul… Algo me dice que esta chica tiene fijación por los futbolistas.
A pesar de que no es un hecho confirmado, en redes sociales Martín y Alejandra se han dejado de seguir mutuamente, además de que él borró todas las fotos que tiene junto a ella, lo cual no hace más que reforzar los rumores del engaño y la ruptura.
Y por si no fuera suficiente para este soldado caído, además de tatuarse el rostro de su exnovia en todo el brazo también tiene que soportar ser el objeto de burlas en redes sociales:
¡Oye, Martín Rodríguez!
Luciano Bocco te manda un mensaje. pic.twitter.com/htNI904EEw
— Tiexto (@Tiexziski) April 24, 2019
Si tuviste un mal día piensa que Martín Rodríguez va a tener que borrar el tatuaje de su ex. 😔🦌 pic.twitter.com/2aTr7qvZ7m
— Juan Pablo (@jotape_cp) April 23, 2019
Es buen momento para recordar esto (?) aguante Martín Rodríguez 🙄👀 pic.twitter.com/bVMT22WkqV
— Carla Bernucci (@CarlaBernucci) April 23, 2019
Felipe Flores al enterarse que patearon a Martín Rodríguez pic.twitter.com/M7Uul5TKTU
— 🤔 (@ManuElRenacido) April 23, 2019
El futbolista contestó a todos estos mensajes con esta historia: lo bueno es que hay salud…
Bueno, por el lado amable, siempre le quedará el otro brazo, además que puede cubrir el tatuaje con otro aún más grande… con un león o una calavera o la cara de un demonio.
Y la moraleja es: nunca te tatúes cuando estés enamorado.