Adam Toupalik sintió esa inmensa emoción que solo provoca el triunfo, esa que te garantiza tener un momento de gloria y ¿por qué no?, pasar a la posteridad…
Lo malo es que este ciclista checo sintió demasiado pronto esa emoción y al final fue la misma que lo hizo perder. Aunque de cualquier modo pasará a los registros históricos, aunque por motivos muy diferentes a los que hubiera soñado.
El checo lideraba la carrera cuando se acercaba a la línea de meta, y con la campana sonando, lo que indicaba la última vuelta, la emoción se le subió a la cabeza. Mirando por encima del hombro a los ciclistas que lo perseguían, quienes se movilizaban duro, pero no lo necesario para alcanzarlo, Toupalik cerró los puños y levantó los brazos para celebrar la victoria.
Desafortunadamente esto fue muy pronto, y solo se dio cuenta hasta que vio cómo los demás corredores lo pasaban, ya que había desacelerado para saborear la victoria… ¡pero todavía le faltaba una vuelta!