Es muy bien conocido el cliché de que poseer grandes cosas, ya sea armas, casas o vehículos. Es una forma de tratar de compensar otras carencias, sobre todo en el ámbito del tamaño de las gónadas propias de los hombres, asumiendo que quien exhibe sus lujos está tratando de ocultar que lo tiene pequeño. Resulta que el cliché puede ser más acertado de lo que creíamos.
En un estudio publicado el 10 de enero de este año por un equipo de psicología experimental del Colegio Universitario de Londres se exhibió la aparente correlación entre el deseo de poseer un auto de lujo y tener una pilila chiquita, tomando en cuenta una población de jóvenes adultos y mayores (edad promedio de 28 años), por lo que tal vez quienes quieran dárselas de muy pudientes y viriles quizá querrían ser un poco más discretos en cuanto a los autos que presumen poseer.
El estudio
El documento publicado habla sobre la correlación que se encontró entre la percepción del tamaño del pene y el deseo de poseer un auto deportivo. La población de estudio fueron 200 hombres angloparlantes de entre 18 y 74 años, a quienes se les pagó 1.83 dólares por contestar una encuesta de ocho minutos en la que se escondían preguntas para relacionar el tamaño de sus miembros con su deseo de poseer un coche de lujo.
El experimento se disfrazó como una prueba de memoria condicionada por los hábitos de compras llamada “Estudio de cómo la gente recuerda hechos mientras compra productos”, llevada a cabo en la plataforma Gorilla, que condicionó a los participantes, dándoles información falsa sobre la longitud de un órgano sexual masculino promedio (se proporcionó un valor superior a la media real a algunos para hacerles creer que lo tenían chiquito y un valor inferior a otros para hacerles creer que lo tenían grande). Al mismo tiempo se les pidió que eligieran entre productos de lujo que quisieran comprar y evaluaran qué tanto los querían.
Todo tiene que ver con “la banana”
Según los científicos, existían dos posibles situaciones que podían afectar el resultado del estudio. En la primera, que los autos deportivos cumplirían con un papel similar al de las colas de los pavorreales, sirviendo como medio de cortejo para competir por pareja. Mientras que, en la segunda, los vehículos serían un paliativo para una baja autoestima.
El resultado del estudio fue fascinante, pues se logró establecer una correlación fuerte entre el deseo de poseer un gran carro y la creencia falsamente inculcada en los encuestados de que lo tenían chiquito. Así, aquellos que creían tenerlo más pequeño que la media añoraban con más frecuencia un auto deportivo.
Caso infame: ¿Greta acertó, pero es la regla más que la excepción?
Mucha gente ha señalado que este estudio llega muy cercano a las declaraciones despectivas de la activista Greta Thunberg frente a la arrogancia del influencer y exkickboxer Andrew Tate, quien estaba dándoselas de muy machín al presumirle a la sueca su enorme colección de gigantescos autos. Cuando el mamarracho intentó intimidar a la medioambientalista, ella le hizo saber al sujeto lo que pensaba de sus carros deportivos al dirigirlo a un correo electrónico que podría traducirse como “energíadelpenepequeñ[email protected]”.
Los científicos responsables del estudio creen que es posible que sus hallazgos hagan que los chistes que ligan a la industria automotriz de lujo y a los chistes falicocéntricos se vuelvan más comunes, pero creen que es posible que los grandes productores de autos no estén muy entusiasmados o dispuestos a difundir el descubrimiento científico porque probablemente “no sería muy bueno para el negocio”.