La compañía automotriz británica conoce perfectamente la definición de exclusivo, y por eso creó este lujoso hiperauto que seguramente muy pocos tendrán oportunidad —o, mejor dicho, el privilegio— de ver con sus propios ojos. Aston Martin quiso hacer una doble celebración en este 2020. En primer lugar, se trataba de festejar los 70 años de la creación de la placa Vantage que se usó en su DB2 en 1950, y segundo, hacer un tributo al empresario Victor Gauntlett, quien salvó a la compañía en la década de los ochentas. Fue por esto que dieron vida a The Victor.
Este es un coche único en el mundo, literalmente pues solo se fabricó esta unidad. Su presentación se hizo en el Concurso de Elegancia en el Hampton Court Palace, y dejó a todos con la boca abierta con su apariencia y poder. The Victor es un vehículo que fue hecho por la división Q de Aston Martin, a medida y petición de un coleccionista anónimo, y mezcla en su diseño y maquinaria elementos de hipercoches tan lujosos como el One-77, el Vulcan y el Valkyrie.
Cuenta con carrocería de carbono inspirada en el Aston Martin Vantage de los setentas y ochentas, pero incluye un divisor delantero y un difusor trasero optimizados aerodinámicamente. Fue pintado con un tono oscuro verdoso llamado Pentland Green que, según un representante de Aston Martin, se secó pocas horas antes de hacer su debut en el concurso. Su interior está forrado con materiales de cachemira, titanio pulido y nogal que contrastan con los asientos deportivos de carreras con acabado de cuero.
En cuanto a su maquinaria, se trata del auto comercial más poderoso que ha fabricado la compañía británica. Está equipado con un motor V12 de 7.3 litros (similar al del One-77), pero que fue mejorado para producir 836 caballos de fuerza y 606 de torque. Todavía no se ha revelado el nombre del coleccionista dueño de esta bella bestia con ruedas, pero los voceros de Aston Martin aseguran que su precio fue de más de 2 millones de dólares.
The Victor es un vehículo que grita exclusividad en cada centímetro de su carrocería y cada rugido de su motor. Solamente podemos sentir envidia por el sujeto que tiene el placer de subir a él, aunque seguramente no va a rodarlo mucho por las calles para no ensuciarlo.